Según contó Arida, el mercado surgió de forma espontánea: “Nos asociamos con un emprendedor, Jonathan, que distribuye la producción orgánica de 15 familias y las vendemos en este salón muy grande con puertas de vidrio que da un jardín interno. Queremos fomentar la gig economy, la economía de los pequeños emprendedores”, explicó a InfoNegocios. Por eso, además de vegetales, la feria también vende quesos, mermeladas, pollos y huevos orgánicos, miel y otros productos artesanales.
“Estamos en un momento de transformación y la gente de la gastronomía se tiene que unir. Es un momento para trabajar en colaboración y promover una economía solidaria, también de hablar e intercambiar con las políticas públicas”, dice Arida. Sumado a eso, La Linda viene creando talleres de permacultura en los que está presente Margarita Palatnick, vecina de la Linda y referente en el tema de los ciclos del alimento. También hay talleres para aprender a hacer yogur. “Los talleres siempre están llenos”, dice Arida.
“La gente que viene a La Linda viene a buscar pan pero también viene a buscar alegría y a ver que la vida sigue y que hay trabajo para los artesanos. Tratamos de fomentar un sentido de la comunidad”, dice la dueña. “En ese sentido La Linda se convirtió un poco en la plaza del pueblo”, reflexionó.