Que sí, que no, que sí… Tras varias idas y vueltas, finalmente Monsanto aceptó la oferta por US$ 66.000 millones de Bayer. Ahora la empresa alemana estará detrás de una de las firmas más polémicas del mundo, incluso más que las petroleras.
No solamente se organizan grandes marchas contra el negocio de Monsanto —en nuestro país hubo una hace algunos meses—, que se dedica más que nada a la producción de semillas transgénicas, sino que también debe pelear contra las trabas de algunos gobiernos que no permiten el ingreso de sus productos.
Tal es el caso de Uruguay: en 2010 la empresa estadounidense solicitó la aprobación para liberar maíz transgénico y hasta el día de hoy no lo ha logrado, incluso a pesar de que autoridades de la Cancillería y el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca se mostraron a favor de la liberación. Así y todo, el Ministerio de Salud Pública y el de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente siguen oponiéndose, según indicó Brecha.