Hoy una persona que trabaja en Uruguay alcanza una productividad media que apenas supera el 40% del nivel que obtendría si trabajara en una economía avanzada, indica Munyo en su publicación para BBVA. Nuestro país ha tenido los mismos niveles de productividad de los países más desarrollados hacia 1900, pero lentamente el porcentaje fue cayendo hasta situarse, por ejemplo, en un 25% a comienzos de este siglo. Según el experto, junto con Argentina, son los únicos casos en el mundo en los que habiendo sido altamente productivos, hoy tienen restricciones tan marcadas. ¿Cuál es el problema entonces?
Munyo realizó un trabajo con el profesor Lorenzo Caliendo, de la Universidad de Yale, con el fin de mostrar evidencia de que a lo largo de la historia, una sucesión de barreras autoimpuestas fueron alejando a Uruguay de los niveles de productividad observados en los países más avanzados.
De acuerdo a Munyo, hay varios tipos de barreras: institucionales, operativas, regulatorias y comerciales. Tanto en el caso de las institucionales como de las operativas, los niveles en comparación con otros países son buenos. Hay bajos niveles de corrupción y buenas posibilidades en cuanto a infraestructura tecnológica y física.
El problema aparece con las regulatorias y las comerciales. Según explica Munyo, el peso del Estado uruguayo hace que la mochila que carga el sector productivo sea demasiado pesada en relación a la calidad de los servicios que recibe. Asimismo, indica que si bien hay una regulación laboral nueva, sigue siendo del siglo XIX, por lo que está lejos de adaptarse a los cambios actuales del mercado de trabajo.
Las barreras comerciales son las más restrictivas, afirma el economista. La inserción internacional es mala respecto a otros países del mundo, y la tendencia es que cada año quedamos un poco más atrás. “Básicamente porque el mundo avanza y nosotros estamos paralizados”, comenta.
“Las barreras más elevadas (educación, peso del Estado, regulación laboral e inserción internacional) son las que nos deberían desvelar todas las noches. Más allá de intenciones, tenemos que salir de la parálisis y mostrar señales claras de compromiso con las reformas necesarias. Si queremos seguir mirando para arriba, tenemos que asumir que hay una agenda pendiente”, finaliza Munyo en la publicación.