Una ronda de golf dura aproximadamente cuatro horas y media. Pero, es sólo aproximadamente quince minutos de juego lo que se emplea en golpear consecutivamente a la bola, o en lo que llamamos “el juego interior”.
En cuanto al tiempo de juego, cada tiro lleva ejecutarlo menos de cinco segundos y no más de un minuto en planificar lo que se quiere hacer y realizarlo para no caer en demora y penalidad. En el total de la competencia, un profesional dispara entre setenta y setenta y cinco golpes. Por otro lado, se juega en un campo que cubre cinco kilómetros y medio por lo que la mayoría del tiempo el caddie es la persona con quien más tiempo se comparte.
El tiempo restante de juego, que dura aproximadamente el 94%, cuatro horas y quince minutos, el golfista lo emplea en “el juego exterior” manejando presiones: el público, los medios de comunicación, el fuera de limite, la pérdida de pelota, llamados de atención ante demoras, variables del clima, y es en este segmento donde podemos incluir también al caddie, quien si no logra jugar en sintonía con su profesional es motivo de gran desconcentración y pérdida de tarjeta (no clasificar).
Es en este tiempo muerto donde se planifica, se selecciona, se comparten infinidad de situaciones tanto físicas como psicológicas y que pueden influir en el estado mental del jugador. Siempre afirmamos desde la psicología, que un partido se gana o se pierde en tiempo muerto, ya que es cuando surgen las mayores presiones.