Lun 12/11/2012
Amo el deseo, el estado de necesidad y de saber
adquirir; construir un reino en el alma
requiere del deseo. Amo las cosas que anhelo:
tú en tu bata de baño sin amarrar, las lenguas de efectivo que cuelgan
de mi billetera; y amo lo que quiero: ropa,
casas, redenciones. ¿Acaso un traje nuevo color malva
equivale a Dios? Oh, no, el deseo tiene jerarquías. Perder
una pluma amada no es igual a perder la fe. El deseo pertinaz
por un pastel de nuez es menos apremiante que la muerte,
pero el pastel en su plato adquiere un significado,
incluso cuando el amor peligra y ya nada importa.
Para mi madre, salud, para mi hermana, desposeída,
entereza. Pero ¿por qué el deseo es sufrimiento?
¿Por qué la carencia deja al mundo en harapos?
¿De qué otra manera si no en harapos debe estar el mundo?
Una casa con un portal rodeado de columnas en lo alto sobre un lago.
Ten, aquí está tu dinero. Un rostro amado en agonía,
el espíritu se ha marchado. Ten, usa mis harapos de amor.
El blog de Emma Gunst.
Justo cuando había aprendido a vivir sin él
se me vino a la cabeza la idea:
Yo a este hombre no renuncio.
Y las sábanas estallaron en flores.
"Esta es la realidad", dijo
y los sueños empalidecieron.
Tal era pues la fuerza tras las miradas
que durante años educadamente
nos habíamos lanzado mutuamente.
(Laulu rakkaudesta, 1972).
El blog de Emma Gunst.