El auge de la oferta gluten free en Uruguay es inevitable. Casi cualquier supermercado tiene una sección para productos de estas características. Abren locales como panaderías y tiendas de congelados, además de restaurantes. Sin embargo, las certificaciones son complejas y, como único referente real es el listado de productos libres de gluten que se encuentran en el portal del RUNAEV, el Registro Único Nacional de Alimentos, Empresas y Vehículos.
Una primera consulta general allí indica que bajo la categoría de productos libres de gluten aparecen más de 52 mil registros. Entre ellos hay una variedad enorme, desde yerbas hasta panificados, con certificaciones vigentes y vencidas. Pero esta referencia inicial da un pantallazo sobre las opciones que circulan o han circulado por comercios.
Detrás de esta tendencia, que abarca desde la moda dietética hasta la necesidad médica, crece una serie de reclamos por parte de los consumidores que dependen de una alimentación segura para su salud. Organizaciones de la sociedad civil se han convertido en el principal canal para visibilizar estas demandas y exigir garantías.
Es importante distinguir los universos que conviven bajo el paraguas “sin gluten”. Por un lado, están las personas con enfermedad celíaca, una condición autoinmune para quienes la ingesta de gluten, incluso en cantidades mínimas por contaminación cruzada, daña el intestino y puede acarrear graves consecuencias.
A ellos se suman quienes padecen sensibilidad o intolerancia al gluten no celíaca, que experimentan síntomas digestivos y extradigestivos sin el componente autoinmune. Finalmente, un tercer grupo, cada vez más numeroso, elimina el gluten por elección, siguiendo dietas de moda o por una percepción de bienestar.
Para los dos primeros grupos, la proliferación de productos no siempre es sinónimo de tranquilidad. “La principal carencia que detectamos es la falta de conocimiento y visibilidad”, advierte Flavia Sola, de la Fundación Celíacos UY. La fundación, que pone el foco en la infancia y la adolescencia, trabaja para evitar el “sufrimiento innecesario” de niños que enfrentan exclusión y síntomas por diagnósticos tardíos o falta de acompañamiento en el entorno escolar y familiar.
Esta necesidad de certezas es un reclamo central que canaliza la Comunidad Celíaca del Uruguay. Su presidenta, Yannina Rodríguez, explica la decisión de la organización de dejar de publicar sus propios listados de alimentos y medicamentos aptos. “Cada seis meses nuestra organización consulta la lista de productos libres de gluten certificados por el MSP", afirma. La Comunidad optó por basarse exclusivamente en fuentes oficiales como el registro RUNAEV para alimentos y las consultas formales al Ministerio de Salud Pública para medicamentos. Esta medida responde a la desconfianza de los usuarios ante la falta de fiscalización y la información inconsistente de los laboratorios.
Ante este panorama, la certificación se vuelve un pilar de confianza. La Asociación Celíaca del Uruguay (ACELU), fundada en 1986, gestiona el logo de la "Espiga Barrada", un sello internacional que avala que un producto es seguro. La presencia de este logo en un empaque ha sido históricamente la primera garantía real para muchos usuarios.
La mayor oferta es positiva tanto para el usuario como para el mercado en general. Pero, al mismo tiempo, aún persisten brechas importantes a salvar: el subdiagnóstico sigue siendo un problema y no hay, todavía, un verdadero mapeo de la oferta gluten free que profundice en productos y establecimientos.