¿Cuál es el objetivo de FUNDIBEQ al entregar este premio?
Son varios. El más explícito es reconocer la excelencia de las empresas que logran obtener el premio. Además, al utilizar una herramienta de gestión estandarizada permite la comparación entre empresas de clase mundial de diferentes países sin mucha dificultad y un tercer objetivo es el de difundir las buenas prácticas de gestión de las empresas ganadoras.
Todos estos objetivos están al servicio del propósito principal que la Secretaría General Iberoamericana definió para FUNDIBEQ: posicionar a Iberoamérica como una región en la que es fácil hacer negocios, en la que se pueden celebrar acuerdos o alianzas entre empresas, y en definitiva en la que es atractivo invertir.
¿Qué otros reconocimientos de este tipo ha obtenido República AFAP?
Este es un premio internacional que exige para su postulación haber ganado anteriormente un premio local en materia de buena gestión. Nosotros ganamos en tres oportunidades el Premio Nacional de Calidad que otorga en nuestro país el Instituto Nacional de la Calidad, y también ganamos en tres oportunidades este Premio Iberoamericano a la excelencia en la gestión, y es por esta razón que en esta última premiación fuimos distinguidos además como “Empresa de trayectoria excelente”.
¿Por qué es importante para República AFAP presentarse a este tipo de certamen?
Hay razones que aplican a cualquier empresa y otras que son propias de República AFAP. Estos modelos de gestión tienen incorporadas herramientas que garantizan la mejora continua. Ahora, más allá de esto, para nosotros como para cualquier otra empresa, es de mucha utilidad que cada tanto todo nuestro equipo revise desde la base lo que estamos haciendo y eso es lo que sucede en cada postulación.
Pero además, es también muy útil que periódicamente expertos en gestión empresarial miren la forma en la que gestionamos y nos critiquen y evalúen cómo lo estamos haciendo.
¿Y cuáles son las razones propias de República AFAP que hacen que sea importante presentarse a instancias como esta?
Estas razones tienen que ver con la característica de propiedad de nuestra empresa, que es la primera experiencia en Uruguay de una empresa privada, de propiedad estatal y en régimen de competencia.
Cuando República AFAP comenzó su operación en 1996, hicimos encuestas sobre público especializado y sobre público general para saber lo que opinaban de esta empresa los uruguayos.
El público especializado decía que era muy inconveniente la existencia de una empresa propiedad del Estado, que administraría activos de terceros y los invertiría en papeles que emitiría su dueño, el Estado: veían una institucionalidad débil, y debo decir que yo pensaba igual que ellos.
El público general decía que no sería una empresa bien gestionada dada su proximidad al sistema político, porque las posiciones claves de la empresa no serían ocupadas por los mejores profesionales sino por los compañeros de los integrantes del sistema político que tomaran las decisiones.
Pasados 24 años aprendí que no estaba equivocado en algunas cosas, pero sí en otras: el diseño institucional es definitivamente débil, porque no puede garantizar la independencia de la AFAP del sistema político. Concretamente cualquier ministro de economía de cualquier gobierno podría, en el marco institucional actual, obligar a la AFAP a realizar una inversión buena para el Estado, pero no tan buena para los afiliados.
Es importante aclarar que esto no sucedió nunca en 24 años, pero no porque la institucionalidad sea robusta sino por la calidad profesional de quienes actuaron desde el Banco Central, el Ministerio de Economía y Finanzas, los Directorios de las empresas accionistas y los directorios de República AFAP: todas estas personas fueron profesionales de calidad, que entendieron la responsabilidad que tenían entre manos y actuaron en consecuencia, estuvieron a la altura.
Pero como el diseño institucional de las organizaciones debe pensarse para protegerlas de las personas que quieren hacer las cosas mal, este es un tema pendiente.
Otro aprendizaje realizado es que la existencia de República AFAP fue fundamental en estos 24 años para consolidar la existencia del Sistema Previsional Mixto en nuestro país.
Y en cuanto a la gestión, aprendimos que las buenas prácticas de funcionamiento, o el ser definida como una empresa de clase mundial, no está vedado para una empresa de propiedad estatal.
En este momento se comenzó a procesar en nuestro país la reforma del sistema previsional por parte de la comisión de expertos de la Seguridad Social (CESS). ¿Cuáles son los aspectos de esta reforma que usted considera urgentes?
En Uruguay existe un sistema previsional compuesto por dos regímenes jubilatorios que coexisten: el régimen de reparto administrado por el BPS, y el régimen de capitalización administrado por las AFAP.
El principal desafío que enfrenta a mi modo de ver la CESS, es lograr sustentabilidad financiera para el régimen de reparto, que está muy comprometido desde este punto de vista. El régimen de capitalización por su parte se autofinancia, y por tanto, no muestra ese mismo problema.
Pero yendo a su pregunta, reformar el Sistema para lograr esa sustentabilidad es desde mi punto de vista urgente, a partir de algunos indicadores muy elocuentes.
En primer lugar, los aportes de trabajadores y empleadores no alcanzan para pagar las jubilaciones ni del BPS, ni de los militares ni de los policiales, y por eso toda la sociedad uruguaya contribuye con impuestos a pagar esas jubilaciones.
Esta contribución en puntos porcentuales del PIB, es en el caso del BPS 4,9; en los militares 1,0 y en los policiales 0,4 lo que significan 6,3% del PIB que toda la sociedad aporta a través de impuestos para pagar las jubilaciones.
Por otra parte, nuestro país tiene una deuda muy elevada y un déficit fiscal de más de 5 puntos del producto.
Y adicionalmente, los estudios demográficos para Uruguay dicen que en la próxima década los ciudadanos dependientes (mayores de 65 y menores de 15) superarán a los trabajadores, lo cual pone una presión mayor en esos trabajadores que deberán lograr el financiamiento de la protección social de esos dependientes.
Uniendo todos los datos anteriores, me preocuparía mucho como ciudadano que el gobierno no entendiera que el tema debe ser tratado en forma urgente.
Usted menciona como desafío principal la sustentabilidad financiera, lo cual se ha contrapuesto a veces con la sustentabilidad social. ¿Qué opina de esta contraposición?
Tiene algo de falsa oposición. La sustentabilidad social significaría mantener la buena cobertura actual del Sistema y el nivel de los beneficios que hoy paga, y eso no será posible si las reformas que se verifiquen no nos llevan a un sistema financieramente sustentable. Creo que la aspiración de todo uruguayo debería ser que de este trabajo de la CESS emerja un sistema previsional que sea capaz de cumplir las promesas que ese mismo sistema le hace a las generaciones futuras.
Pero además, el 75% del gasto en protección social en Uruguay se destina a los mayores de 65 años y sólo el 5% a los menores de 18 años, lo que naturalmente tiene su correlato en la pobreza.
Ésta afortunadamente es sólo del 1,4% en los mayores de 65 años, lo cual es un logro muy importante del sistema previsional vigente y se debe mantener, pero no podemos dejar de ver que la pobreza en los menores de 6 años es del 17,4%.
Y para completar este panorama tan desafiante, como decíamos hace un momento, en la próxima década los dependientes superarán en número a los trabajadores, y la única forma de poder financiar la protección social entonces, será que los niños de hoy sean trabajadores más productivos mañana.
Todo esto nos dice en forma clara que quien esté seriamente preocupado por la sustentabilidad social en nuestro país, no la debería buscar mejorando las prestaciones del sistema previsional, sino más bien poniendo su foco y toda su energía en aumentar la inversión que se destina a la primera infancia, la adolescencia y la juventud, y para eso, uno de los aspectos a resolver es la actual falta de sustentabilidad financiera del sistema de reparto.