Lo que Intensamente 2 le puede enseñar a tu empresa (si se anima a hablar de emociones)

(Por Antonella Echenique) ¿Quién manda en la empresa: la alegría, el miedo o la vergüenza? Las emociones influyen más de lo que parece en las decisiones dentro de las organizaciones. Es un tema que da para hablar mucho, pero hoy hay que reconocer que en muchas empresas uruguayas comenzó a revalorizarse, priorizando la salud mental y física de colaboradores y líderes.

Aunque Intensamente 2 se estrenó hace un año, sigue siendo tema de conversación. Tal vez porque estamos en vacaciones de julio y está presente en distintas plataformas, decidimos hablar con una especialista en el tema, ya que toca una fibra importante dentro de las empresas. Emociones como la ansiedad, la envidia, la vergüenza o la alegría hacen que las decisiones en medio de cambios o crisis sean difíciles cuando todas se sienten al mismo tiempo.

Es un tema amplio que puede abordarse desde muchos ángulos, pero hoy en InfoNegocios elegimos vincularlo con la película, que aunque es una fantasía animada, pero hay algo profundamente real en esa sala de control donde las emociones se pelean por tomar el mando. Algo que también pasa (aunque sin efectos especiales) en las salas de reuniones, en las oficinas, en los equipos. 

Sin dudas es una tendencia, donde las empresas de a poco están empezando a prestarle atención. En este aspecto conversamos con Carolina Da Rosa, supervisora de Consultoría en Capital Humano en KPMG Uruguay, que trabaja desde hace años con equipos y liderazgos para abordar el tema y entender por qué las emociones son importantes en la toma de decisiones en las empresas, además de cómo pueden frenar el trabajo, generar mala comunicación y otras dificultades que afectan el día a día en el clima laboral.

Da Rosa explicó que “las emociones son una predisposición para la acción”, ya que, la mayoría de decisiones son una combinación entre lo racional y emocional. Eso que en teoría todos entendemos, en la práctica muchas veces se esquiva. Porque todavía hay culturas que ven a lo emocional como un “bajón” innecesario, una debilidad, algo que hay que dejar afuera del trabajo. Pero los efectos de ignorarlo se sienten. “Muchas veces cuando hay emociones que las personas no se animan a expresar, que se van reprimiendo, terminan saltando de otra manera o más explosiva”, señaló. 

Adicionalmente, se vuelven un estado de ánimo para la persona, que deja de ser una respuesta a un hecho puntual y queda como una base permanente, lo que conlleva a otro tipo de consecuencias, por ejemplo, problemas de salud mental.

En sintonía, la especialista destacó que lo emocional, lejos de ser un tema “blando”, impacta directamente en el rendimiento, en la comunicación, en la toma de decisiones y en los vínculos, y a su vez, se contagia. “Eso muchas veces tiñe al resto del equipo”, agregó.

“Lo veo en procesos reales dentro de distintas organizaciones”, indicó. En ese sentido, citó a Daniel Goleman, quien afirma que “todos formamos parte de la caja de herramientas del otro en el cambio emocional, para bien o para mal”, subrayó Carolina.

En tanto, dijo que las personas cuando están en un estado anímico difícil prefieren no charlar sobre la situación para evitarlo, pero aseguró que el problema “no desaparecerá”. “Cuando damos el espacio para que la persona con seguridad pueda expresar lo que le pasa, ahí es donde se puede abordar qué está detrás de esa emoción”, afirmó. 

¿Y si lo que te está frenando en el trabajo… ¿Es algo que no sabés nombrar?

En relación a esto, Da Rosa remarcó que gestionar emociones no es evitar que aparezcan. Tampoco forzar un estado de ánimo ideal. “Se piensa que eso significa evitar que las personas se enojen, que se pongan tristes. Pero en realidad, las emociones son una respuesta automática adaptativa de nuestro sistema. No es cuestión de voluntad. Es cómo funcionamos”, detalló. 

No obstante, aunque el tema suene simple, aconsejó que el primer paso es hablar del tema. “Muchas veces damos por asumido que todo el mundo sabe de emociones, cómo funcionan, y muchas veces no es así. Entonces, ya desde el punto de hablar del tema, de traerlo como algo que es común a todos, se empieza a entrenar”, destacó. 

A medida que se entienden las emociones, también se afina el momento oportuno para actuar. “Quizás este no es el momento para mí de abordar este tema porque estoy en este pico de emoción y sé que esto no va a llevar a un buen lugar”, ejemplificó.

Las emociones no son buenas ni malas en sí. Lo que importa es si colaboran o no con el objetivo que uno quiere lograr. “Quizás el enojo, para un jugador de fútbol en un momento de furia, le saca lo mejor de sí y se desempeña espectacular”, comentó.

Por lo tanto, “es fundamental no eliminarlas, sino comprenderlas y darles lugar de forma consciente”, aseveró. En momentos de crisis o incertidumbre, como todo lo que implique cambio o riesgo, las emociones se intensifican. El miedo, la frustración, el enojo. “Nuestro cerebro está configurado para mantenernos con vida. Los cambios y la incertidumbre representan una amenaza. La respuesta emocional muchas veces es el miedo: ¿qué va a pasar? ¿Qué hay para mí en esto?”, expresó.

Por eso, cada vez más empresas empiezan a incorporar este tipo de enfoques en su gestión de personas. Algunas incluyen talleres, otras miden el bienestar emocional en encuestas internas, y otras aún lo están descubriendo. “Es muy variable. Hay organizaciones que lo tienen más desarrollado que otras, tienen distintos niveles de madurez. Pero cada vez aparece más, porque se está conociendo más cómo esto incide incluso en la productividad de las personas”, subrayó.

Entender las emociones muchas veces comienza con reconocer situaciones cotidianas que reflejan lo que cada persona vive internamente, ya sea a través de una película, una charla con un compañero o simplemente permitiéndose estar vulnerable sin juicio.

La ejecutiva cerró el tema con la importancia de conocer y autoconocerse con respecto al tema. Señaló que: “educarse en inteligencia emocional, saber cómo funcionan las emociones y entrenarse en eso es fundamental, porque también es una habilidad que se entrena”. Para ella, “saber reconocer en qué emoción se está al comunicarse, y entender en qué estado está la otra persona, influye directamente en cómo se escucha, se da feedback y se trabaja en equipo”, concluyó.

Quizás lo más importante de Intensamente 2 no esté en la historia misma, sino en la conversación que abre después. Una pregunta que, aunque incómoda, vale la pena hacerse: ¿qué emoción está guiando hoy tus decisiones?.

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