Los medios días domingueros en casa eran fantásticos...
… nunca menos de doce personas, menú fijo de tallarines amasados y salsa de pollo, mesa desplegada a full y cada cual respetando silla y lugar (se sorteaba). Era una época donde con nueve años tenias voz (ningún voto) solo para pedir que te alcanzaran el pan, sirvieran el amargo serrano o repetir la porción… salvo que tu aporte fuera “exquisito”.
La conversa giraba en torno a las vicisitudes de Los Pérez García digamos, cuando al “mocoso” (yo), se le ocurre acotar: “caso raro también es el de la familia Coiffeur…"
(Silencio absoluto, todas las miradas puestas sobre el protagonista esperando el remate)
“… sí, es una familia muy numerosa… Carlos Coiffeur, Alejandra Coiffeur, Roberto Coiffeur, ¿y saben que?... ¡todos tienen la misma profesión, todos peluqueros!”
… aun se ríen.
De la época de María Castaña es la planta del Lino, poseedora de una fabulosa historia. Se teje desde hace más de diez mil años y ha estado al servicio de la humanidad un período dos veces más largo que la rueda. Atravesó Era del Bronce, Faraones, Edad Media, Renacimiento y Revolución Industrial para llegar a la actualidad; ha hecho historia, la conserva y no sorprende descubrir que su nombre técnico sea Linus ussitatíssimum: “utilísimo lino”.
Una de las características por la que destaca es su alta capacidad de absorber humedad, (hasta un veinte por ciento de su peso seco sin resultar húmedo al tacto) y por la facilidad con la que también la libera al medio ambiente. Esto explica por qué sigue siendo un tejido imprescindible para el diseño de prendas estivales en todo el mundo.
Por lo anterior, por la elegancia que otorga a quien lo luce y porque es mi textura favorita (je); esta semana hablamos de las camisas de lino, insustituibles en verano.
Te invito a navegar los cuadros de la fotogalería y espero que la información te sea útil a la hora de vestirlas.
¡Salud! y gracias por tu atención.