Mié 30/06/2010
La ciudad se va vistiendo de celeste y blanco.
Parece mentira pero el fútbol es mucho más poderoso de lo que podría imaginarse. A medida que Uruguay avanza en el Mundial, aflora el nacionalismo. Aparecen las banderas uruguayas y demás símbolos que nos identifican, y se respira un clima de identidad como hace años no se veía. Las empresas, cualquiera sea su porte, han capitalizado el hecho de mirar los partidos como motivación para sus empleados, las familias y los amigos tienen una excusa para juntarse, y se agranda un sentimiento de unidad que, ojalá, no muera luego del 11 de julio.
- Parece mentira pero el fútbol es mucho más poderoso de lo que podría imaginarse. A medida que Uruguay avanza en el Mundial, aflora el nacionalismo. Aparecen las banderas uruguayas y demás símbolos que nos identifican, y se respira un clima de identidad como hace años no se veía. Las empresas, cualquiera sea su porte, han capitalizado el hecho de mirar los partidos como motivación para sus empleados, las familias y los amigos tienen una excusa para juntarse, y se agranda un sentimiento de unidad que, ojalá, no muera luego del 11 de julio.