Mario Buzzalino, presidente de la Comisión Nacional de Fomento Rural, manifestó que la avidez por tierras y cambios organizacionales en las empresas agropecuarias (empresas en red y pools de siembra), incrementaron los arrendamientos de tierra y los precios que se pagaron por ellas. Entre 2000 y 2010 se realizaron 18.018 operaciones de arrendamiento, que sumaron 6.654.800 hectáreas, siendo que el 57% de la superficie arrendada se contrató por períodos menores a tres años. En el año 2000 se pagó en promedio US$ 28 por hectárea, mientras que en 2008 el costo de arrendar una hectárea subió a US$ 124.
Por tierras aptas para agricultura de secano se pagó, según gráficas que maneja Buzzalino, un promedio de US$ 227 por hectárea. Por tierras aptas para ganadería, se pagó US$ 33 dólares por hectárea. Y por tierras para lechería, forestación, arroz y otros, se pagó aproximadamente US$ 110 la hectárea.
Buzzalino manifestó que si hay un proceso de concentración de la tierra, como es posible sospecharlo a partir de varios indicadores, éste estaría afectando también a los productores medianos y grandes. Será necesario, dijo el representante granjero, emplear en el Uruguay una nueva categoría de productores: los “muy grandes”.
Productores familiares preocupados por concentración y extranjerización de la tierra
(por Gabriel Gómez - @gabrielgomezuy) A principios del 2002 se desató una fuerte presión compradora sobre la tierra en nuestro país. La demanda empujó los precios al alza llegando a multiplicar por cinco su valor. Si hasta la década del ́90 los precios promedio rondaban los US$ 400 por hectárea, a fines del 2010 los precios promedio arañaban los US$ 2.500 por hectárea.
La demanda prioriza las tierras agrícolas para la siembra de soja y de otros cultivos de secano (trigo, maíz, cebada, girasol, sorgo) y de riego (arroz). También tierras para la forestación con eucaliptus y pinos.
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