Los resultados de la “Global Economic Crime Survey”, realizada por PwC Reino Unido, muestran que un 56% de las empresas han experimentado fraude en los últimos dos años. Se espera que esta cifra aumente, debido a la distracción y ansiedad que el COVID-19 genera en los integrantes de las organizaciones al enfrentarse a un nuevo entorno de trabajo, lo que provoca que los indicadores de fraude no siempre sean advertidos.
Algunas áreas para poner foco son:
- Ataques oportunistas: los delincuentes están en una constante búsqueda de puntos débiles, controles poco robustos y entornos de seguridad de TI deficientes.
- Fraudes internos: la dificultad para cumplir las metas financieras inicialmente planteadas puede conducir a cierto interés por vulnerar la veracidad de la información financiera u operativa.
- Cadena de suministro y terceras partes: la presión por mantener el negocio andando puede fomentar que se omitan controles, por ejemplo, de aprobación de proveedores, lo que aumenta el riesgo de actividad fraudulenta, tanto de terceros como de empleados involucrados en este ciclo.
La clave está en identificar las vulnerabilidades de las organizaciones a tiempo.
Por:
Paola Tettamanti, senior manager de Auditoría de PwC Uruguay.
Enrique Arias, senior manager de Auditoría de PwC Uruguay.