Los días en que la innovación era un proceso aislado han quedado atrás. Las organizaciones buscan colaboradores, clientes y socios para impulsarse en direcciones novedosas. A continuación te contamos algunos mitos sobre el proceso de innovación.
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Es posible delegar la innovación.
El proceso fracasará a menos que esté bajo un patrocinador fuerte y claro, por lo que los esfuerzos deben originar en la alta dirección.
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Los mandos intermedios son aliados de la innovación.
Los directivos no siempre la impulsan, suelen preferir la eficacia.
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Las personas innovadoras trabajan por dinero.
Una cultura corporativa arraigada en la innovación atrae y retiene a los profesionales creativos.
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La innovación es una coincidencia.
Una innovación exitosa suele ser el resultado de un proceso estructurado de clasificación de muchas propuestas e ideas.
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Cuanto más abierto es el proceso de innovación, menos disciplinado.
El avance de herramientas colaborativas acelera la innovación abierta. Hoy en día, aquellas impulsadas por la tecnología constituyen una parte importante de la innovación en organizaciones de numerosos sectores, no sólo del sector tecnológico.
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Las empresas saben cuánta innovación necesitan.
Los líderes deben evaluar su potencial de crecimiento no orgánico para poder determinar sus necesidades de innovación. Los innovadores deben comprender y ayudar a definir modelos de negocios que puedan respaldar las innovaciones que crean.
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No es posible medir la innovación.
La dirección debe poder determinar el retorno de la inversión en innovación (ROII). Los enfoques más inclusivos están ayudando a alcanzar el doble objetivo de crecimiento de los ingresos y contención de costos. La estrategia, no el tamaño, importa en el gasto en innovación.
Marcos Gimenez, director de Consultoría de Negocios de PwC Uruguay.