Los tres factores señalados anteriormente, si todo sigue como está (sobre todo desde el punto de vista climático) no estarán presentes durante el año en curso. De esta forma, las proyecciones de crecimiento para el PIB son mucho más alentadoras, en general todas justificadas por este “efecto rebote” que implica que estos sectores de actividad retomen sus niveles de producción. Por ejemplo, la soja dejará las 700 mil toneladas producidas en 2023 y generará entre 2,5 y 3,0 millones de toneladas. La Refinería volverá a estar en actividad luego de su “parada técnica”. El consumo privado no necesariamente crecerá a mayor ritmo, pero sí su crecimiento será capturado en mayor proporción por los sectores locales que proveen los servicios que fueran desplazados, algunos (no todos), de los gastos realizados en Argentina.
A su vez, el consumo privado seguramente reciba el influjo positivo del crecimiento del salario real, que finalizó en 2023 con un incremento promedio anual de 3,3%, verificando el primer año de crecimiento (en promedio anual) luego de la pandemia. Si a esto se le suma cierta recuperación del empleo, se podría afirmar que el mercado de trabajo sostendrá una plataforma de crecimiento para el consumo privado de retail.
Otra variable que favorece el consumo de algunos bienes y servicios es el tipo de cambio que seguramente permanezca en niveles bajos durante el resto del año. ¿Los motivos?: el importante ingreso de capitales por motivo de inversión extranjera directa y las exportaciones en este año tanto de bienes como de servicios.
Por:
Ramón Pampín, gerente de Consultoría Económica de PwC Uruguay.