La feroz competencia por el futuro tecnológico ha encendido una guerra de salarios en Silicon Valley. Los ingenieros y científicos especializados en inteligencia artificial se han convertido en el activo más codiciado gracias a cifras que parecen más propias de una estrella del deporte que de un ingeniero.
Según un reciente informe del Financial Times, algunos de los ingenieros de IA más cotizados están recibiendo pagos que superan los 10 millones de dólares al año. Como referencia para entender el salto, se puede pensar que los paquetes salariales típicos para estos puestos se sitúan actualmente entre los 3 y los 7 millones de dólares. Esto representa un aumento de aproximadamente el 50% en comparación con las cifras de 2022.
La brecha con otros perfiles es abismal. Por ejemplo, un científico de investigación de nivel medio a sénior en una gran tecnológica puede esperar hoy un paquete de entre 500.000 y 2 millones de dólares. Mientras tanto, un ingeniero de software sénior sin experiencia en IA suele ganar un salario base de entre 180.000 y 220.000 dólares.
Kyle Langworthy, de la firma de reclutamiento Riviera Partners, describía la situación como "maníacamente hiperintensa", en comentarios para el mismo medio. Afirmaba que ciertos actores están dispuestos a hacer "cualquier cosa o lo que sea necesario" para atraer ese talento. Datos recopilados por el sitio web especializado Levels.fyi, y difundidos en varios medios de prensa, muestran que Meta ofrece remuneraciones a ingenieros de IA que van desde los 186.000 hasta los 3,2 millones de dólares. Por su parte, OpenAI presenta un rango de entre 212.000 y 2,5 millones de dólares, aunque su salario medio es superior al de Meta.
El agresivo asalto de Meta
En el centro de esta tormenta se encuentra Meta. La compañía de Mark Zuckerberg ha lanzado una ofensiva total para recuperar el terreno perdido en la carrera de la IA. Su estrategia es agresiva y multimillonaria, a tal punto que el propio Zuckerberg está llamando personalmente a los ingenieros para reclutarlos.
La acusación más grave con respecto a este punto proviene del CEO de OpenAI, Sam Altman. Altman ha denunciado que Meta está intentando cazar a sus desarrolladores con la promesa de bonos de firma de hasta 100 millones de dólares.
Esta ofensiva de Meta se produce tras varios tropiezos, como las críticas a su modelo Llama 4, al que se acusó de inflar sus métricas de rendimiento. Además, la compañía fue sorprendida por los rápidos avances de su rival chino, DeepSeek, y ha sufrido su propio éxodo de talento, con la marcha de investigadores clave como Joelle Pineau, jefa de investigación de IA. Esta situación evoca paralelismos con el anterior y menos exitoso giro de la empresa hacia el Metaverso, una apuesta que también consumió miles de millones con resultados muy lejanos a los que se anunciaban.
Para acelerar su nueva estrategia, Meta ha invertido 15.000 millones de dólares en la startup de etiquetado de datos Scale AI, de acuerdo a un informe de la web Genbeta. Además, ha contratado a su cofundador, Alexandr Wang, para liderar un nuevo equipo de la llamada "superinteligencia" (una forma de IA de próxima generación).
La tensión interna en la competencia es tal que, en un memo revelado por el Financial Times, el jefe de investigación de OpenAI, Mark Chen, expresó su frustración. "Siento como si alguien hubiera entrado en nuestra casa y robado algo", escribió tras las recientes salidas de personal.
Misión y futuro frente al dinero
Pese a las cifras exorbitantes, el dinero no es el único factor que determina las decisiones de estos profesionales. En declaraciones al podcast Uncapped with Jack Altman, el propio fundador de OpenAI abordó la competencia directa, afirmando que, aunque Meta ha hecho grandes ofertas a miembros de su equipo, la cultura de OpenAI es un diferenciador clave. En dicho podcast, Sam Altman criticó el enfoque de Meta por centrarse en la compensación garantizada "y no en el trabajo y no en la misión" y sostuvo que la cultura de OpenAI, enfocada en la innovación y en los incentivos ligados a un propósito, es lo que retiene al verdadero talento.
Muchos investigadores de élite priorizan otros aspectos antes de aceptar una oferta, según algunas compañías. En esa toma de decisiones, la reputación de los líderes de equipo y la calidad del trabajo que van a realizar serían incentivos cruciales.
En entrevista con el Financial Times, Firas Sozan, CEO de la firma de reclutamiento Harrison Clarke, existe el riesgo de que al unirse a una compañía como Meta no se realice un trabajo del nivel que se podría alcanzar en DeepMind, OpenAI o Anthropic. Otros factores como la libertad para investigar y el impacto social del trabajo son cada vez más importantes.
El alto coste del talento en el Bay Area (la zona de San Francisco considerada como el corazón de la industria tecnológica) está provocando también otros efectos. Algunas empresas, como Hugging Face, han decidido dirigir su búsqueda de talento hacia Europa. Esta guerra de salarios plantea un futuro incierto, con la posibilidad de que se formen burbujas y se produzca el fenómeno denominado "acquihire", que implica que grandes firmas adquieren startups únicamente para hacerse con su equipo humano. La batalla es encarnizada y el precio del talento sigue subiendo, redefiniendo las reglas del juego en la industria tecnológica.