A lo que crece como maleza en India y otros países del este de Asia, en buena parte del mundo, incluido Uruguay, se lo venera. La planta de cannabis le hace frente por sí sola prácticamente que a cualquier tipo de clima y es por eso que, para aquellos que saben, resulta ridículo todo el cuidado que muchas personas suelen prestarle. “La gente la hace un culto a la planta más rústica del mundo”, expresó la agrónoma Belén Algorta a InfoNegocios.
Algorta es la representante en Uruguay de Ecofibre, una firma australiana cuyas operaciones van de la mano pura y exclusivamente del cannabis sativa, y hoy está realizando ensayos en nuestro país bajo el amparo de uno de los decretos de la ley 19.172 impulsada por el gobierno de José Mujica. Con tan solo las tres materias primas obtenidas de la planta, se pueden crear más de 20.000 productos finales; Ecofibre está trabajando, precisamente, para aprovechar dos de ellas, la semilla y el tallo, que no han sido encontradas relevantes hasta ahora por casi ningún uruguayo.
Los ensayos de esta empresa persiguen como principal objetivo la exportación de fibra y grano, y, en segunda instancia —de ser posible —, la industrialización de este último. Se trata de una oportunidad de negocio escasa en el mundo por la falta de más países con marcos regulatorios: a modo de ejemplo dentro del área textil (fibra), en Estados Unidos se importan US$2.000 millones de cáñamo industrial al año, mientras que dentro del rubro alimentario, la tonelada de grano de cannabis sativa cotiza a US$1.500, a diferencia de la de la soja, que lo hace a US$350. Son dos áreas con negocios muy fuertes en Norteamérica y Europa, y por eso es que Uruguay resulta tan atractivo, no solo por la ley, sino también porque aquí se está a una latitud similar que en el norte, pero con la alternativa de cultivar a contraestación, según explicó Algorta.
Hecha la ley, hecha la trampa
De momento, Ecofibre es la única empresa que ha puesto interés por desarrollar genuinamente las posibilidades que ofrece el tercer decreto de la ley 19.172. El primero es el que refiere a los clubes cannábicos, autocultivo y a la venta a través de las farmacias; el segundo reglamenta todo lo que tiene que ver con el cannabis medicinal; y el tercero enmarca al cáñamo industrial. La legislación prevé que para operar bajo el último decreto mencionado, se tengan que usar variedades con 1% de THC (principal sustancia psicoactiva del cannabis) o menos —las que usa Ecofibre tienen entre 0,01% y 0,05% —. “Hoy hay nueve empresas trabajando con el decreto del cáñamo industrial y entre todas hay un total de 1.200 hectáreas plantadas en Uruguay. Sin embargo, de esas nueve empresas, ocho están 100% abocadas a la producción del segundo químico que se desprende de la planta y es antagónico del THC, el CBD, que sirve para la parte medicinal. Es decir, están produciendo la materia prima flor”, contó la agrónoma. Según agregó la representante de Ecofibre en el país, el hecho de que muchas empresas se hayan metido en el negocio medicinal por el decreto del cáñamo deja en evidencia un fuerte vacío legal.
Respecto a lo que es negocio, de acuerdo a Algorta, tanto el primer decreto como el segundo pueden llegar a ser (poco) redituables en el corto plazo. “El desarrollo del cáñamo en Sudamérica, que es a lo que Ecofibre está apostando, es en base a la alimentación en el mediano plazo y a la fibra en el largo aliento. El mundo está volviendo al uso de las fibras naturales, que se pueden transformar en infinitos productos. De todos modos, como empresa, es importante la rentabilidad y por eso estamos ensayando y mostrando en el exterior para encontrar la demanda”, explicó.
Copagran, el aliado de Ecofibre en UY
En marzo del año pasado, Ecofibre inició oficialmente su ensayo mediante tres productores pertenecientes a la Cooperativa Agraria Nacional (Copagran). Algorta los capacitó para que pudieran llevar adelante el cultivo de cannabis sativa con el know-how de la empresa australiana. “Ecofibre ya había estado en Uruguay a través de otra persona con la que no salieron bien las cosas, y por eso el director, Phil Warner, quería poner un pie firme en el país no con un privado que acaparara todo, sino a nivel de cooperativa”, indicó la representante de la firma.
Al tratarse de pruebas, Algorta dejó en claro que no hay riesgo para los productores, quienes reciben dinero por una renta y por todos los costos asociados al cultivo. “Queremos sembrar para mostrar qué hay. En principio hay que pensar en el mercado de exportación a Estados Unidos, porque la demanda está muy grande allá”, señaló.
Para este año, el objetivo está en llevar la experiencia a siete productores más y así extender lo realizado en 2017, cuando se sembraron 20 hectáreas entre Paysandú y Soriano. Ahora, la mira está puesta en las 70 hectáreas y en sumar a Colonia y Río Negro a la lista. “Ahora vamos a producir para semilla y si hay un gran volumen, podríamos pensar en industrializar ese grano. Es más, la industrialización se puede desarrollar en Uruguay, pero eso si los números cierran”, aclaró Algorta.
Cáñamo vs soja
El negocio con el grano resulta muy atractivo cuando se miran los números en comparación, por ejemplo, con la soja. El kilo de grano de cannabis sativa cuesta US$1,5 y puede rendir, en promedio, unos US$890 por hectárea. Lo vital es encontrar una variedad que dé muchos kilos por hectárea; Algorta está trabajando con casos que potencialmente dan 1.000 kilos.
“Cuando hablamos de soja, una muy buena chacra da hasta 3,5 toneladas por hectárea y el precio está a US$350 la tonelada”, indicó. Sin embargo, la clave está en que la soja es un commodity, está cotizada en bolsa, por lo que su precio se mantiene a nivel mundial, hecho que no ocurre con el cáñamo. “Depende mucho del negocio que cierres. Acá nos guiamos mucho por precio en Canadá, pero hay variedades más caras y más baratas. Ahí está la incertidumbre que tiene esto”, agregó Algorta.
Así, si bien el cáñamo resulta una gran alternativa de los cultivos que más dinero mueven hoy a nivel mundial, la realidad es que difícilmente cambie la escala. Pero la representante de Ecofibre se mostró sumamente optimista con el negocio, a pesar de que el cáñamo no logre arrebatarle el mercado a la soja, terminará siendo un interesante producto uruguayo de exportación con poca competencia en el mundo.