Según un informe de la Escuela de Alta Dirección y Administración de España, más conocida por EADA Business School, el 80% de los trabajadores no quiere volver a la oficina. Y no se trata de pereza u otra situación, sino de algo muy concreto y clínicamente probado: temor al trabajo, o mejor dicho, miedo al entorno laboral. Esta problemática no es nueva y tiene un nombre bien claro: ergofobia.
Según Carlos Contino, de Cona Consultora -especializada en Recursos Humanos-, la ergofobia “se trata de una variante de otras fobias, como la que de volar, la del temor al encierro o a determinados insectos o incluso a las inyecciones… fobias que tienen origen en cuestiones culturales, genéticas y acontecimientos traumáticos vividos”.
Si bien el COVID-19 puede resultar ser una base bien identificada para la ergofobia actual, no necesariamente es la única causa, como dice Contino, quien señala que una cuota de este temor viene por el lado de “la información incorrecta relacionada con el coronavirus”, dado que permanentemente “somos bombardeados por los medios de comunicación de infodemia”, término utilizado por la Organización Mundial de la Salud para referirse a la práctica de difundir noticias falsas.
“Luego de días de encierro -dice Contino-, invariablemente los niveles de ansiedad y estrés propios y los del entorno cercano aumentan, por lo que los empleados regresan a sus trabajos con sensaciones de inseguridad y miedo”.
En su acepción más pura, la ergofobia se define como un miedo anormal y persistente al trabajo. Las personas que padecen ergofobia -los ergofóbicos-, a pesar de darse cuenta que su miedo es irracional, experimentan una ansiedad indebida acerca del entorno laboral, sintiendo un miedo real persistente e irrefrenable, por lo que ir al trabajo no está en su horizonte.
Ahora en nuestro país, ante el aumento de casos, se decidió un regreso transitorio al teletrabajo, por lo que muchas personas sentirán que vuelven a trabajar a un ambiente de certidumbre como suele ser el hogar, pero el escenario es muy distinto al de marzo y ahora sí puede incrementarse el miedo al trabajo presencial.
La clave para vencer este temor está, según Contino, en consultar a profesionales que puedan evaluar los síntomas físicos o psicológicos que se sientan, pero qué pueden hacer las empresas y organizaciones para que potenciales ergofóbicos vean que nada malo pasará cuando tengan que regresar a la presencialidad.
Para el consultor en RRHH lo primero que hay que hacer es realizar “una encuesta previa para detectar cuáles son las medidas preventivas y de cuidado que les daría tranquilidad a sus trabajadores”. Luego habría que “comunicar anticipadamente y con detalle todas las medidas de precaución adoptadas en la empresa”.
También podría facilitarse, en la medida de lo posible, “el transporte de ida y regreso al trabajo”, sostiene Contino, así como también retornar a la presencialidad en forma paulatina.
“Nunca una respuesta desesperada llevó a una acción correcta en medio de una crisis”, remarca Contino, entendiendo que en un escenario como el actual el rol de Recursos Humanos en una compañía es especial, dado que debe dar un mensaje de calma y contención.
Por supuesto, esto no implica minimizar el problema, pero sí implica claridad, asertividad y diseñar mensajes consistentes que otorguen mayores niveles de previsibilidad.