El hongo del Eucalyptus crece naturalmente en los montes, principalmente en otoño y primavera, donde es recolectado por personas de las comunidades vecinas a las plantaciones y comercializadas por diferentes vías, por las cuales llegan a las góndolas de los supermercados o a los carritos de comida callejera. Aunque la mayor parte de los hongos vienen de Paysandú, también se encuentran en Tacuarembó, Rocha y Lavalleja.
Walter Díaz, de la localidad sanducera de Orgoroso –y que forma parte de la localidad de Piedras Coloradas- es uno de los cuatro procesadores de hongos allí asentados, quienes compran a los recolectores, procesan y venden en el mercado nacional. Diaz se dedica a ello desde hace más de 40 años y según contó a InfoNegocios, en las inmediaciones “hay cada vez más gente que se dedica a lo mismo”. “La gente aprendió a juntar”, dice.
Díaz recibe los hongos de gente de la zona (personas de Guichón, Algorta, Paso de la Cruz, Tres bocas, etc que salen a pie o en bicicleta y una bolsa y cortan los hongos a cuchillo) y les paga entre 13 y 15 pesos el kilo. “Luego hay que limpiarlos, cocinarlos, procesarlos”, dice. Este “honguero”,- como le llaman en esos lados a los acopiadores y vendedores de hongos-, vende entre 60 y 70 mil kilos de hongos por zafra anual (que va desde el otoño hasta la primavera) y los envía en terrinas a sus clientes de Montevideo (el Mercado Modelo es uno de ellos), que se lo pagan a 35 pesos el kilo, ya cocidos y prontos.
A su vez, esos clientes stockean la producción y lo venden al público a un precio que ronda los 130 pesos el kilo. Aproximadamente el 96% de la producción se destina al mercado nacional y 4% para autoconsumo o venta local.