Estas ventas se concentraron principalmente en telas para tapabocas y para equipos médicos antifluido y antiagua pero también en telas para personas que quisieron empezar a producir tejidos. “La gente quiere intentar hacer cosas para ganarse algunos pesos y quieren volver a confeccionar, pero hay poca gente preparada”, dice.
“Como no hay fábricas nacionales se perdió el proteccionismo”, dice Turniansky. El empresario cuenta que desde el cierre de fábricas textiles importantes como Sudamtex (que cerró hace unos veinte años por no poder competir con los precios de China) o de Paylanas, en Uruguay, rubro que empleaba a unas 50 mil personas, no hay prácticamente talleres de confección. “La juventud no tiene interés en este negocio”, explica. Así, con la crisis sanitaria muchas personas quisieron ponerse a producir pero no encuentran mano de obra calificada para este trabajo.
Para muchos Gioconda Telas es una suerte de museo de telas pues allí se encuentran antiguos saldos que quedaron de la fábrica Sudamtex, Paylanas y de telas que se hacían para vender en Italia, además de sus importaciones de Oriente. Su clientela viene de un ramo “no tradicional” como artesanos, confeccionistas medianos, talleres chicos, decoradores y teatro además de ser muy reconocida en el mundo del carnaval.
Mario Turniaski trabajó con su hermana Gladys hasta los años ´80 y juntos crearon la marca Gladys T. A partir de ahí, ella se dedicó a la alta costura y él a la venta de telas.
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