... Y hablamos ni más ni menos que de la capacidad de sacar conclusiones serias sobre nosotros y, yendo un paso más allá, de tomar decisiones.
Meses atrás, las Universidades de Stanford y de Cambridge revelaron un estudio en el que informaban que durante casi 5 años recopilaron datos reales de más de 85.000 voluntarios en base a cuestionarios, que evaluaban aspectos clave sobre sus personalidades. Paralelamente, estas personas dieron acceso a los investigadores a sus “likes” de Facebook para que un algoritmo los recabara durante el período.
Dicho algoritmo elaboró, en base a esos datos, un perfil de cada individuo.
Por otro lado, allegados a ellos, respondieron formularios similares sobre las personalidades de los voluntarios. De esta manera, los investigadores contaban con opiniones distintas sobre cada uno: por un lado la de sus allegados y, por otro, la de la computadora (además de las preguntas respondidas por ellos mismos). Al final del experimento, la predicción del algoritmo resultó claramente más precisa que la de los humanos.
De hecho, con sólo 10 “likes” analizados alcanzó para conocer a las personas mejor que sus compañeros de trabajo y con unos 100, mejor que sus propias parejas.
Con tal nivel de inteligencia artificial ya hay empresas como Workday y Upstart que cuentan con algoritmos de alta precisión, capaces de analizar en segundos nuestro historial laboral, financiero, etc. con lo cual no sólo pueden revisar nuestro pasado en base a la información que se les proporcione sino sacar conclusiones actuales y, por si fuera poco, predecir comportamientos futuros, por ejemplo, niveles de endeudamiento.
Con una herramienta así, cualquier “producto sujeto a aprobación crediticia” podría aprobarse o denegarse de forma inmediata sin pasar por ningún filtro humano.
Para los bancos y las financieras, sin dudas una gran solución. Pero, ¿qué pasaría si llevamos estos algoritmos mucho más allá?
No parece lejano el futuro en el que una aplicación defina si un aspirante a un puesto laboral es o no el indicado para una empresa, en base a su currículum, sus antecedentes laborales, sus aspiraciones salariales y, en definitiva, a los miles de datos que suele haber disponibles sobre las personas en bases, muchas de ellas públicas. Por ejemplo, nuestros perfiles en las redes sociales son grandes bases de datos, que pueden llegar a decir sobre nosotros más de lo que imaginamos.
Y si de decisiones hablamos, ya están circulando algunos autos que se manejan solos, debiendo definir maniobras constantemente en base a miles de factores, con todo lo que esto implica.
Autos que se manejan solos, programas que nos pueden bajar el pulgar en un segundo, apps que nos conocen mejor que nuestros conocidos… ¿Deberíamos alarmarnos por las decisiones que puedan llegar a tomar computadoras sobre nosotros? Bien programadas y, más importante, bien manejadas, estas tecnologías deberían ser una solución a muchos problemas y no al revés.
En última instancia siempre habrá un humano detrás presionando el botón de encendido, y deberá ser él quien ponga los límites a la máquina. Ese debería ser el primer desafío y, lo demás, debería fluir por sí solo.
Christian Ferreiro - Coordinador de Campañas en PIMOD
@SinSpeech
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