Hoy en día, es más importante que nunca poder utilizar el poder del diseño y del storytelling para enriquecer el branding y las comunicaciones. Cada día los consumidores elevan sus expectativas, así que las marcas tienen cada vez más complicado sorprenderlos y generar su atención en un entorno visual totalmente saturado. Y, a la vez, los tiempos y los presupuestos se encogen.
Pero lo cierto es que la mayoría de agencias no están llevando a la práctica el Design Thinking. En un periodo realmente complicado para su superviviencia, no hacen más que señalar palabras como más rápido, más barato, más eficiente, más ágil o más infinito. Pero la tendencia, según 360.advertisingweek.com, es a que equipos más pequeños se ocupen de problemas más complejos. En algunos casos incluso se espera que un solo diseñador saque adelante todo el trabajo.
Pero, ¿cómo está afectando todo esto al producto? ¿Permite todo esto que se produzca un verdadero Design Thinking? Lo cierto es que si se encarga a un solo diseñador de todo el proceso de diseño, el producto será el resultado de un único punto de vista. En un mundo donde cada vez se busca más un Design Thinking global, la diversidad de puntos de vista aporta valor. Si no se tiene un equipo diverso en género, raza, cultura o edad, no se estará reflejando la propia complejidad del mundo.
Contando con un amplio rango de creativos, no solo se podrá pensar más rápido, también se podrán resolver los retos de diseño más deprisa. Si la meta es conseguir un gran diseño, hay que tener siempre en mente la importancia de la diversidad. Incluso aunque una sola persona pueda hacer las cosas más ágiles, rápidas y baratas, tendrá sus limitaciones.
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