Cuando pensamos en información, es común pensar en texto, en cosas que escribimos y que luego podemos acceder. Pero el big data es mucho más que eso: pueden ser simplemente listas que muestren cuáles son los puntos de wi-fi gratuitos más utilizados, las líneas de ómnibus con más pasajeros, los horarios y días en que esto sucede, etc.
Estos micro pedacitos de información son anónimos en general, pero pueden ser asociados a un cierto perfil de persona para entender mejor el contexto de ese dato. Por ejemplo, hoy en día hay redes wifi privadas pero que dan acceso a cambio de que te registres como usuario. Este es un buen ejemplo del valor que tienen los datos, ya que tenemos la posibilidad de “pagar” ese acceso a internet con nuestra información.
También Facebook, Google y una infinidad de plataformas que nos dan acceso “gratuito” a sus servicios y construyen todo su valor a partir de los datos que allí generamos, principalmente a partir de la venta de publicidad. Es importante tener en cuenta que todas estas plataformas se comprometen a sacar nuestros nombres y apellidos, y demás datos confidenciales, para garantizar el anonimato de la información.
También los gobiernos están utilizando los datos de sus ciudadanos para mejorar la vida en las ciudades y países, por ejemplo mejorando el acceso a la información sobre el transporte urbano. En Uruguay tenemos un catálogo de datos abiertos al que cualquiera puede acceder para crear su propio proyecto: https://catalogodatos.gub.uy/
Como antes nos aventurábamos a buscar pepitas de oro en los ríos y montañas, hoy un científico de datos puede aprovechar los datos abiertos del gobierno o plataformas online que los compartan, para hacer minería de datos y producir algo nuevo a partir de ellos. ¡Aprovechemos este recurso natural que cada vez crece más!
Clarisa Lucciarini
Planificadora Estratégica en PIMOD
Twitter: @ClarisaLu
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