“El liderazgo no es sobre el título, el poder o el control. Es sobre influencia. Y la influencia empieza en la calidad de las relaciones que cultivamos.”
Imaginá entrar a una reunión de equipo donde, en lugar de tensión o competencia, se respira energía creativa, apoyo mutuo y entusiasmo genuino por mejorar. Ese tipo de ambiente no surge por azar: se diseña. Se nutre. Y tiene como base un principio tan simple como poderoso: rodearse de personas que te impulsan a ser mejor.
En un mundo del trabajo que ya no responde a estructuras rígidas ni liderazgos verticales, la calidad de nuestras relaciones determina la calidad de nuestros resultados. Esto no es una metáfora inspiradora, es una conclusión respaldada por datos; la colaboración, la conectividad emocional y la influencia positiva son activos estratégicos.
Influencia vs. Imposición: una brecha que muchos líderes aún no reconocen
Todavía vemos líderes que confunden influencia con poder. Que creen que liderar es imponer, controlar, vigilar. Y sí, esa lógica puede lograr obediencia. Pero es una obediencia vacía, de corto plazo, que mata la iniciativa y silencia las ideas valiosas.
La influencia verdadera no se impone, se cultiva. Es el resultado de una conexión honesta, de la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, de la capacidad de inspirar en lugar de forzar.
Un estudio reciente de Harvard Business Review sobre liderazgo en redes colaborativas destaca que los líderes más influyentes hoy no son los que más ordenan, sino los que mejor conectan personas, visiones y talentos. La era del “poder sobre” está dando lugar al “poder con”.
La conectividad como nuevo músculo organizacional
No hablamos solo de herramientas digitales. La verdadera conectividad ocurre cuando hay confianza, comunicación clara y un propósito compartido.
Los equipos conectados no son los que comparten un grupo de WhatsApp, sino los que se escuchan, se retroalimentan y se hacen mejores entre sí.
En organizaciones pequeñas o grandes, he visto cómo esta red de apoyo es clave para atravesar crisis, innovar más rápido y sostener el compromiso en el tiempo.
Y lo más interesante es que la conectividad no necesita jerarquía. Un colaborador puede tener más influencia positiva en la cultura de su equipo que un gerente que lidera desde la distancia.
¿Cómo fomentar esta influencia positiva?
Te comparto algunas acciones clave, que trabajamos habitualmente en procesos de coaching y desarrollo de equipos:
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Elegí con intención con quién te rodeás. Las personas con las que más interactuás determinan tu energía, tus ideas y tu motivación.
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Dale protagonismo a la colaboración. No se trata solo de “trabajar en equipo” sino de compartir decisiones, aprendizajes y responsabilidades.
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Convertite en un nodo de confianza. Las personas influyentes no son las que más hablan, sino las que generan espacios seguros para pensar, proponer y equivocarse.
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Aprendé a influir sin imponer. Desde el ejemplo, desde el respeto, desde la capacidad de sumar valor sin necesidad de controlar.
Liderar es elevar a otros
El nuevo liderazgo no es heroico ni solitario. Es relacional. Es contagioso. Y necesita una mentalidad distinta: menos egos, más ecosistemas.
Si querés liderar con impacto real y sostenido, hacete esta pregunta:
¿Estoy rodeado de personas que me inspiran a crecer? Y más importante aún: ¿soy yo una de esas personas para otros?
Porque en los entornos laborales del futuro —que en realidad ya son del presente— la influencia no se mide en jerarquías, sino en impacto compartido.
Referencias
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Stephen M.R. Covey – La velocidad de la confianza (The Speed of Trust)
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