Sin embargo, cuando analizamos con mayor detalle las cifras, los datos no son alentadores. Del aumento del 0,9% del PIB respecto a julio-setiembre de 2018, un 0,7% se explica por transporte, almacenamiento y telecomunicaciones; esto implica que casi el 80% del aumento de la actividad se debió a este sector (en particular por las telecomunicaciones), según el informe del Banco Central del Uruguay.
Con excepción de los impactos de la construcción de la tercera planta de celulosa, los fundamentos de crecimiento son débiles. El consumo privado se ve limitado por la caída del empleo y la estabilidad (o caída) esperada del salario real. Pese a la suba del dólar, los niveles de competitividad externa siguen bajos, y esto afecta a las exportaciones y la inversión. Además, la necesidad de equilibrar las cuentas públicas en los próximos años es otro elemento que limita el crecimiento.
La nueva Administración, que asume el 1° de marzo, tiene importantes desafíos ya marcados (equilibrio de las cuentas públicas, reforma de la Seguridad Social), pero en la agenda se impone la necesidad de recuperar la inversión y el crecimiento.
Por:
Mercedes Comas, senior manager de Consultoría Económica de PwC Uruguay. Twitter