El riesgo de fraude es inherente a las organizaciones y son los órganos de gobierno los responsables de mitigarlo. Por ello, cobra especial dimensión las políticas y acciones preventivas enfocadas en frustrar las acciones delictivas y generar sistemas de alertas tempranas para actuar minimizando eventuales daños.
Las siguientes, son algunas acciones que puede implementar el Directorio o la Alta Dirección de la empresa u organización, para asumir un rol activo en la prevención de fraudes:
- Comunicar con impacto: comunicar los valores de la organización y la importancia de tener comportamientos éticos y asegurarse que los mismos sean internalizados.
- Controles: implementar un sistema de control interno robusto y dedicarle tiempo a escuchar a los responsables de su implementación y mantenimiento.
- Monitoreo: implementar un sistema de denuncias de comportamientos contrarios a los valores de la organización y realizar seguimiento de las denuncias recibidas.
- Ampliar la visión: poner foco en las cuestiones contables significativas que por su naturaleza requieren mayor nivel de estimación o juicio de la Gerencia en la elaboración de los estados financieros.
- Ciberdelito: asegurarse que los programas de prevención de fraudes y ciberataques estén alineados y coordinados.
La responsabilidad de la prevención de fraude es de los órganos de gobierno de las organizaciones, que deben implementar medidas para reducir el riesgo de fraude a niveles aceptables dentro de los estándares de la propia actividad y evitar ingresar a las estadísticas.
Por Dahiana Cortazzo, gerente de Auditoría