Los operadores y prestadores de servicios turísticos de todo el país inician esta semana una cuenta regresiva, ya que según se ha dicho en distintos ámbitos del gobierno, el día viernes 16 de octubre se estaría anunciando qué decisión va a tomarse acerca de la apertura o no del turismo internacional.
De cara a un almanaque que ya muestra la temporada de verano 2021 a la vuelta de página, el gobierno uruguayo -sobre todo a través del Grupo Asesor Científico Honorario de Presidencia de Uruguay- tiene que analizar distintas variables, como por ejemplo qué hacer con la temporada de cruceros, cómo implementar cuarentenas con seguimiento de huéspedes en los hoteles, cuándo y dónde sería oportuno establecer estadías con circuitos “burbuja”, etcétera, etcétera.
Sin duda es necesaria una respuesta urgente, porque para el sector empresarial, que viene acercando una y otra alternativas de reactivación del turismo internacional, los números apremian y aprietan.
Según datos de la Cámara Uruguaya de Turismo, en nuestro país se mueven alrededor de US$ 800 millones anuales por concepto de turismo interno, mientras que los uruguayos que viajan al exterior gastan más de US$ 1.100 millones por año.
Si bien puede pensarse que una porción de ese dinero que se gastaba afuera ahora sea volcado en el país, los analistas empresariales del sector turístico consideran que el turismo interno no suplirá nunca el cierre de fronteras, y menos el de la región, fundamentalmente de países como Argentina y Brasil, que conforman el 85% de los turistas extranjeros que ingresan al país.
Es decir, el turismo interno dinamiza un sector de la economía, pero no genera recursos suficientes para cubrir todos los sectores de la actividad y mucho menos todos los destinos. Mueve plata y da trabajo, pero no inyecta divisas importantes para el país.
Hasta el viernes 16, entonces, habrá que seguir esperando. ¿Qué sería lo más sensato? Depende. Habría que seguir discutiéndolo, sin presiones, porque como se decía hace más de una década, en una campaña para atraer a los vecinos a nuestro país, “un turista, un amigo”. Esa perspectiva no debería tener fecha de caducidad.