Mario Gómez se hizo fanático desde chico gracias a que su abuelo importaba la marca. Y según sus propias cuentas en el mundo quedan muchísimos todavía funcionando. “Es increíble ver las pick up de 1951, trabajando en los caminos de nuestro país, de una marca que ya no se fabrica” dice. El Studebaker Drivers Club tiene más de 12 mil socios, solo en Estados Unidos. Mario asegura que el mercado de autos clásicos en Uruguay es muy difícil de describir, entre otras cosas porque “primero habría que definir qué es un auto clásico. También se habla de ‘autos de colección’ (lo que es más impreciso aún), y últimamente de ‘autos históricos’ haciendo referencia a los que participaban en determinadas competencias”. Prefiere referirse a ellos como autos antiguos, o simplemente viejos. “Lamentablemente se han ido de Uruguay muchos autos de los años 20, 30 y 40. Por otro lado, últimamente, se han importado de Estados Unidos algunos autos y hay muchos entusiastas que recuperan y conservan autos de los años 70 y 80” comenta. Y es un ejemplo de lo que está ocurriendo: hace 10 o 20 años nadie pensaba que, por ejemplo, un Ford Escort de 1980 pudiera ser un auto “clásico”, sin embargo hoy en día para muchos es un auto interesante y se hacen muchas pruebas en Uruguay recreando las competencias de aquellas épocas.
Hay algunos talleres especializados en la restauración de autos antiguos, en Montevideo, Maldonado y otras ciudades, a los que Mario no ha recurrido ya que sus autos los arregla en talleres comunes de su Trinidad (Flores), lo que implica tener mucha paciencia, ya que los mecánicos y chapistas están con mucho trabajo y priorizan otro tipo de vehículos más nuevos. En cuanto al mantenimiento, los autos viejos son muy nobles, asegura. “Una vez reparados, si quedan bien, es difícil que se rompan”. Además, se usan poco y se cuidan mucho. Para conservarlos, Mario aconseja “moverlos al menos una vez al mes”, ya que de no usarlos también se estropean.
A pesar de que es muy difícil hablar de costos, como para tener una idea, Mario nos cuenta que está terminando un auto de 1941 que compró hace 14 años. “Rectificar el motor costó hace años U$S 2.000. Lo último que hice hace un par de meses fue la instalación eléctrica y me costó U$S 1.000. Con lo que llevo gastado seguramente me compraba un 0 km” asegura. Pero nunca lo encaró como negocio sino como pasatiempo.
Y en esta actividad también se nota el alza de costos. “Antes podía ser muy buen negocio restaurar un auto en Uruguay y venderlo a España. Hoy ya no lo es. Uruguay está caro y España tiene menos dinero y se llenó de autos viejos. Por ende, es más barato encontrar un auto viejo en Uruguay en buen estado o traer uno ya restaurado de Estados Unidos” dice.
A pesar del “éxodo” de autos antiguos, la categoría “nuevos viejos” mantiene su culto
Studebakers Drivers Club bien podría ser el nombre de una banda de rock, pero en esencia es la agrupación global de los fans de la marca de vehículos que comenzó fabricando carruajes en 1852. Studebaker es, por lejos, la marca más antigua ya que precede a la invención del automóvil. Comenzaron fabricando carruajes en 1852 y automóviles en 1902. En 1952 festejaron los 100 años (las marcas más viejas que hoy conocemos están cumpliendo 100 años recién en el siglo XXI). Pero el hecho de haber dejado de producirlo en 1966 alimentó el fanatismo y el culto de la marca. En ese club hay un solo miembro uruguayo.
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