... eleccionario desde un aspecto económico digamos, por supuesto si pensáramos la Elección como un negocio sobre el cual buscamos minimizar pérdidas y maximizar beneficios.
Para instrumentar la Elección del domingo pasado se habilitaron 7.137 circuitos de votación, se compraron computadoras para equipar a 3.500 de esos circuitos, se necesitaron 42.822 funcionarios y escribanos públicos, se adquirieron 7.000 impresoras y cientos de nuevas urnas de votación además de software, valijas y módems para modernizar el sistema de voto… y la lista debe seguir, innumerables “costos colaterales” de deben disparar de tamaña acción, sin contar la inversión que hicieron los distintos partidos en cada una de sus campañas durante toda la previa… pufff, todo un tema.
A votar concurrió menos del 40% de la población inscripta en el registro cívico (fueron 1.008.797 personas), haciendo “números de almacenero” significa que cada voto le costó al estado -al menos- 4.46 dólares americanos.
Todos estos datos demuestran una fuerte inversión por parte del estado (de todos) en organizar una fiesta cívica a la que más de la mitad de los invitados eligieron no asistir.
Imaginemos una novia organizando su fiesta de bodas para 100 personas, invirtiendo mucho dinero en ello (también “ilusiones”) y que solo le cumplen 37 o 38 invitados… ¿hubiera sido bueno para disminuir el riesgo al fracaso ajustar la confirmación de asistencia, no?
Bien, planteado el caso tal cual lo describimos, desde un punto de vista económico ¿creés que el voto en las elecciones internas debe continuar siendo optativo o no?
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