En este sentido, las últimas cifras disponibles de 2016, determinan que sólo un 30% de las personas con un nivel socioeconómico “bajo” utiliza el ómnibus como medio de transporte, mientras que el 54% elige la caminata. En el nivel socioeconómico alto los números descienden todavía más: sólo el 20,53% recurre a esta opción de transporte público y casi un 50% utiliza el automóvil particular. En los estratos medios, los niveles de uso del transporte público oscilan entre el 30 y el 40% y prosigue la caminata en segundo lugar de frecuencia de uso.
El Observatorio de Movilidad también indica que, desde 2016 a 2019, la venta de tickets para viajes en transporte público nunca ha superado los 25 millones mensuales, mientras que en otros lugares de Latinoamérica, los viajes urbanos superan ampliamente esta métrica. Es decir, que sí se utiliza con mayor frecuencia.
Por ejemplo, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina) se realizan un promedio de 2 millones de viajes diarios, lo que implica que, al mes, se generan al menos 50 millones de traslados, según datos oficiales del Gobierno de la Ciudad. Yendo aún más lejos, en Bogotá (Colombia), la Encuesta de Movilidad de 2019 llevada a cabo por la Alcaldía, demostró que se concretan al menos 4.6 millones de viajes diarios, lo que equivale a más de 100 millones de viajes mensuales.
Entonces ¿es Montevideo una ciudad que poco utiliza el servicio de transporte público? De ser así, hay que analizar las causas que impulsan esta situación.
Veamos la siguiente información:
Otra encuesta realizada por el Observatorio de Movilidad, mostró que más del 50% de los entrevistados valoraron negativamente el precio del transporte público en función de la calidad de los viajes. Y niveles superiores al 40% calificaron negativamente a los ítems “comodidad” y “parada de ómnibus (refugio e info)”. En cuanto a los aspectos positivos, se destacó la distancia a la parada - es decir, que haya que caminar pocas cuadras para poder acceder al transporte público - la información disponible sobre el sistema urbano, y la facilidad para subir y bajar de los ómnibus.
Siendo así ¿qué podemos hacer para mejorar e incentivar el uso del transporte público en la ciudad? Un camino consiste en el uso de aplicaciones de movilidad o, asistentes de viajes, que pueden complementar el servicio urbano e incrementar la calidad de los viajes, además de comparar trayectos y precios para que el usuario elija el más conveniente.
A saber, Ualabee - disponible en Montevideo desde noviembre de 2020 - permite realizar búsquedas sobre cómo ir de un punto A a un punto B en transporte público, servicios de micromovilidad y plataformas de ride-hailing como Cabify, mostrando en tiempo real el horario de arribo de cada servicio y el horario de llegada al destino, contemplando el tráfico y otras variables que podrían afectar el traslado.
Además, es la única solución de transporte con una comunidad de usuarios que reporta y edita información durante sus viajes, generando en su aplicación información actualizada a un ritmo constante.
Como si fuera poco, se estima que con una app de movilidad, los usuarios pueden ahorrarse 3.000 minutos al año en sus traslados (más que con el vehículo particular).
También, este tipo de aplicaciones permiten calificar paradas y refugios como seguras o inseguras, entre otras categorizaciones, y de esta manera, impactar positivamente en la planificación urbana generando mejoras públicas (políticas estatales) en las zonas que lo ameriten según los reportes de los ciudadanos.
En la misma línea, al poder conocer el horario exacto de arribo de cada transporte, la comodidad del viaje aumenta, puesto que se reduce la espera en la parada y el tiempo de viaje, asimismo que se puede aprovechar a elegir una alternativa sobre otra si se conoce con anticipación que una ruta se encuentra afectada por imprevistos.
¿La conclusión? Fomentar el uso del transporte público en la ciudad es esencial para reducir la contaminación ambiental y democratizar la igualdad de oportunidades para cualquier individuo sin importar su condición económica. Es una opción que no debería depender del poder adquisitivo, sino que debe ser elegida por su rapidez, eficacia, seguridad y sostenibilidad.
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