Salones de eventos y fiestas hay de todo tipo y tamaño, para todos los gustos y bolsillos. Hay espacios que ofrecen todo el paquete de servicios armado –catering, mozos, animadores, dj´s, fotografía y filmación, etcétera– y los que solo alquilan el lugar, dejando a criterio y gusto de cada cliente los detalles de la fiesta. Ninguno es igual a otro, pero tienen un denominador común: son lugares para que las personas se reúnan para celebrar un cumpleaños, un aniversario, un lanzamiento empresarial o cualquier excusa para abrazarse y brindar.
“Esto es algo que desde el 13 de marzo no sucede, porque hasta el día de la fecha sigue vigente el decreto presidencial que prohíbe los espectáculos públicos, y nosotros estamos bajo esa regulación”, señaló a InfoNegocios una fuente de la Asociación de Salones de Fiesta de Uruguay (ASFU), que hizo circular una carta aclaratoria por versiones desencontradas acerca de que ya existía la autorización para realizar fiestas y eventos.
“Es de una irresponsabilidad enorme salir a decir que ya se puede volver a trabajar, primero porque las intendencias, con la prohibición de hacer espectáculos públicos, revocaron todos los permisos otorgados a los salones desde mediados de marzo a la fecha, y segundo porque al decir eso se está jugando con la sensibilidad de muchísimos trabajadores”, remarcó el vocero de ASFU.
Cabe señalar, en este último aspecto, que en Uruguay existen alrededor de 800 salones de eventos y fiestas, involucrando el trabajo directo e indirecto de 35.000 a 50.000 personas.
“Todas las semanas estamos recibiendo en la asociación la noticia de dos o tres salones que bajan cortina, que ponen a la venta o a disposición sus materiales, porque ya no pueden sostener los gastos fijos que demanda tener un salón, gastos que el gobierno todavía no dijo nada, no tomó ninguna medida”, sostuvo la fuente.
Según el representante de ASFU, lo único que existe hasta ahora son “algunos permisos verbales, por parte de las intendencias de Montevideo y Canelones, que autorizan la realización de reuniones privadas, siguiendo el protocolo que se utiliza para bares y restaurantes”, agregando que “hay que subrayar el hecho de que sean verbales, porque esto te pone en una situación de infracción, siendo pasible a multas”.
El desconcierto y claro enojo que mastican desde ASFU es que, por un lado se les está diciendo es que si van a hacer un cumpleaños de 15 o un casamiento, no puede haber baile, o si van a hacer una fiesta infantil debe ser con los niños sentados –de la misma forma que los adultos, con distanciamiento– y no puede haber animación física ni pueden haber juegos –como cama elástica o canchas de fútbol 5– habilitados.
“Pero vos caminás por la ciudad y ves que las canchas de fútbol 5 están abiertas, ves que en un montón de lugares hay muchísimas personas reunidas en un asado, ves que abren los shopping y el único control es un aparatito que te toma la fiebre. ¿Qué garantía da eso? Si hay un caso positivo ahí quién lo detecta, quién lo sigue… En un salón de fiestas, tenemos un control absoluto de quién viene, desde el personal que trabaja hasta los invitados, por lo tanto hay mayores garantías para ofrecer”, puntualizó la fuente de ASFU.
El punto más crítico es que, más allá de pasados los meses y que casi haya quedado en el olvido, esto comenzó en una fiesta y esa carga no se la quita nadie, como si tuvieran que pagar los platos rotos de un baile que no solo sacudió la pista en Uruguay, sino en todo el mundo.
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