“Recién ahora Uruguay está empezando a querer desarrollarse con las franquicias, pero todavía hay muchos temores y la gente prefiere arriesgarse a arrancar con un negocio de cero”, nos dijo Pronzatti. Por esta misma razón es que hace un año, Amec llegó con dicho sistema primero a Viña del Mar, en Chile. Hoy el foco de expansión, a través de la misma vía, está en Brasil.
Según nos contó la directora de la empresa que inicialmente surgió como prestadora de servicio de acompañantes, si bien está todo preparado para llevar a Amec a Francia —país natal de su esposo —, los principales desafíos están en Sudamérica: “es un continente acostumbrado a las grandes empresas y a las grandes centrales. En Europa la expansión es más rápida, porque son firmas pequeñas y es más fácil llegar al punto de equilibrio. El desafío acá está en que se atienden a miles de personas, porque no se está preparado para la pequeña empresa”.
Así es que la compañía uruguaya tendrá su propia central desde comienzos del año que viene en Río de Janeiro. De acuerdo a Pronzatti, los brasileños necesitan tener un punto de referencia en su país, y más teniendo en cuenta de que todo lo que proviene de Uruguay es visto como un pequeño negocio. “Con la central, los brasileños tendrán seguridad. Primero se genera la franquicia piloto y después se expande”, agregó.
En cuanto a lo que tiene que ver con el sistema de franquicias de Amec en sí mismo, depende mucho del público objetivo al que el franquiciado quiera apuntar y de la ciudad, pero Pronzatti explicó que los cánones van desde los US$20.000 hasta los US$50.000, aproximadamente. “Lo bueno es que nosotros nos encargamos de todo. Nuestro equipo económico tarda entre 48 y 72 horas en hacer los números. La franquicia de Amec es muy sencilla, son tres pasos: conocerla, cotizarla y después hacer el negocio”, indicó. Asimismo, finalizó diciendo que la inversión realizada se recupera entre los primeros 18 y 26 meses de inicio de las operaciones de la franquicia.
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