En Uruguay se fabrican 200.000 tarjetas plásticas por año (cada una de tus tarjetas cuesta entre US$ 1 y US$ 4)

Las tarjetas de crédito y débito, con sus números y letras en relieve, con sus bandas magnéticas o microchips, son moneda corriente de todos los días. En Uruguay, dentro del sistema de operaciones, se estima que existen más de 5 millones de plásticos en circulación, renovándose cada año con la fabricación de nuevas: 80.000 de crédito y 120.000 de débito aproximadamente. El costo de cada plástico varía entre US$ 1 y US$ 4 según versiones básicas o premium.

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La historia dice que la primera tarjeta de crédito, tal y como la conocemos en la actualidad, surgió hacia mediados del siglo XX, entre fines de 1949 e inicios de 1950. Los archivos señalan a Frank McNamara, Ralph Sneider y Alfred Bloomingdale como los inventores de la tarjeta de crédito y la Diner’s Club como el primer plástico de este tipo.

Desde ese entonces, en todo el mundo, la introducción de la tarjeta plástica ha sido uno de los cambios más profundos en el modo y medio de pago. En este sentido, Uruguay no estuvo ajeno a los cambios y existen empresas, como EMSA S.A. –fundada en 1973–, que brinda soluciones integrales en todo lo que es el procesamiento y personalización del plástico, contando con la representación de las empresas líderes a nivel mundial tanto en fabricación como en personalización de tarjetas.

Esta compañía no es el único actor en plaza que orienta sus actividades al rubro de equipamiento bancario, pero sí una de las más importantes y con una larga trayectoria (casi 50 años) en el mercado financiero del Uruguay, en el que según informes existen más de 5 millones de plásticos en circulación.

Si bien los datos de emisión de plásticos pueden variar de acuerdo al banco o entidad financiera que autoriza a una persona a hacerse de este material como medio de pago, lo cierto es que los bancos más importantes del país, con mayor número de sucursales y clientes, renuevan un promedio de 200.000 tarjetas por año (entre 100.000 y 120.000 de débito y 70.000 y 80.000 de crédito).

El costo de cada tarjeta es variable, está relacionado sin duda a la demanda, pero fundamentalmente a las características de su diseño, siendo la de formato estándar de US$ 1 a US$ 2, hasta US$ 4 las tarjetas premium (como las black o platinum o gold, entre otras), que incluyen hologramas, grabados o detalles muy específicos de cada emisor.

El punto más importante en este negocio de fabricación de tarjetas es contar, actualmente, con la más alta tecnología, como por ejemplo tiene EMSA S.A. con su parque de máquinas Datacard de última generación, destacándose la MX6000 –única en el país–, que reúne una variada gama de tecnologías para la personalización de alto volumen de tarjetas plásticas.

En este sentido, es posible personalizar hasta 1.500 tarjetas por hora (con chip, con o sin ensobrado), que además utiliza un innovador sistema para emitir tarjetas de identificación de forma segura que ayudan a luchar contra el fraude.

En suma, si bien la historia reseña la creación de la tarjeta de crédito, habría que darle mayor espacio al plástico de débito, ya que salta a la vista que –más allá de ser de menor costo y mayor demanda– que viene ganando terreno en el uso de la población, que carga con una, bien pegadita junto a su cédula de identidad.

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