Ruta de los Cuentos de Hadas (Alemania)
(Especial El Galeón) Pequeños pueblos alemanes, en un itinerario que va de Bremen a Francfort, guardan recuerdos de los cuentos de hadas que inspiraron a generaciones de chicos, antes y después de los célebres hermanos Grimm.
Érase una vez una nieta con caperuza roja que partía en busca de su abuela; un flautista que encantaba a los niños de un pueblo entristecido; una joven princesa odiada por su madrastra; un par de hermanitos abandonados en el bosque y érase una vez frondosas espesuras y lujosos castillos, arroyos cantarines y animales que hablaban… Aquellos escenarios y personajes de ensueño que fascinaron, entretuvieron y educaron a los niños durante generaciones tienen su cuna en una serie de pueblos que va desde Bremen hasta Francfort, atravesando Alemania desde el norte hasta el centro al ritmo de historias, sueños y leyendas de antaño.
Los hermanos Grimm
Conocidos sobre todo por sus antologías de cuentos tradicionales, Jakob y Wilhelm Grimm fueron también lingüistas y recopiladores de un importante diccionario de alemán. Curiosamente, o tal vez no tanto considerando que las versiones originales rozan bastante lo tenebroso, sus cuentos no estaban dirigidos inicialmente al público infantil. Sin embargo, la fuerza de los relatos y de los personajes tradicionales terminó imponiéndose. Así el universo mágico de los Grimm quedó para siempre asociado a la infancia, con su corte de princesas, duendes, ruecas y hechizos.
Los hermanos nacieron en Steinau an der Straße, que puede ser el punto de partida de la Ruta de los Cuentos de Hadas si se la comienza desde el sur. Allí vivieron entre 1791 y 1796, y allí –como recordó Jakob años más tarde- pasaron “los días más frescos y felices de su infancia”. La casa natal de los Grimm existe todavía en un edificio renacentista rodeado por una torre de escaleras. Fue convertido en museo a fines de los años ´90. Allí conocimos la vida y obra de los lingüistas y compiladores de los famosos cuentos, para luego continuar por el Museo Grimm de Kassel, algo más al norte, casi en el centro de la Ruta de los Cuentos de Hadas. Una ruta que abarca en total unas 60 pequeñas ciudades, comunidades y distritos extendidos a lo largo de más de 600 kilómetros.
Kassel fue el lugar que eligieron los hermanos cuando dejaron Steinau para seguir estudiando. En esta ciudad, conocida por sus baños termales y por sus exhibiciones de arte, a lo largo de seis años los Grimm se reunieron con una mujer llamada Dorothea Viehmann, que les relató decenas de cuentos tradicionales, muchos de ellos oídos en la posada que tenían sus padres. El Museo Grimm de Kassel funciona en el Palacio Bellevue, un edificio barroco donde varias habitaciones están dedicadas a los famosos cuentos con muchos objetos de época, antiguas ediciones y muestras temporarias. No muy lejos, la Murhardsche Bibliothek se encarga de conservar los archivos de los hermanos Grimm. Además, presta sus salas para el funcionamiento de la rama local de la Sociedad de los Hermanos Grimm.
De cuentos y castillos
Como no hay unos sin otros, durante el viaje pasamos inexorablemente por Sababurg, cerca de Hofgeismar, donde el antiquísimo castillo local –del que solo quedan algunas paredes despojadas y una torre convenientemente cubierta de hiedra- se dice que inspiró la historia de la Bella Durmiente. Naturalmente, no es raro ver aquí a parejas de novios que eligen al castillo como fondo para sus fotos.
Cerca de Sababurg hay un bosque, y cerca del bosque el pueblito de Oberweser, sobre el río Weser. Es allí donde se unen dos comunidades de montaña, Oedelsheim -donde nació el famoso Gato con botas- y Gieselwerder, cuna de la trágica historia de Blancanieves. Como en un decorado pensado por un director de arte, nada falta: ni las casitas de madera del pueblo, ni el viejo molino, ni los paisajes de ensueño…
También pudimos vivir la herencia del Renacimiento alemán un poco más al norte, en Höxter, donde cada verano boreal –entre mayo y setiembre- se organiza en la plaza central una recreación del cuento de Hansel y Gretel. En Polle, cerca de allí, se representa el cuento de Cenicienta. El escenario es un precioso aunque arruinado castillo, donde no cuesta nada imaginar que pronto oiremos a las crueles voces de las hermanastras castigando a la joven del zapato de cristal.
La Ruta de los Cuentos de Hadas está lejos de terminar, porque aún falta conocer Bodenwerder, donde nació el Barón de Münchausen, para hacer un alto finalmente en Hameln, una de las principales ciudades de la región montañosa de Weser. Hameln es Hamelin, cuna de la triste leyenda del flautista, que hoy se representa cada año para deleite de los visitantes. Hay, además, una versión satírica que apreciarán quienes comprendan alemán.
Aquí visitamos la Casa del Flautista, que data de 1602, y la Iglesia de San Nicolás, donde uno de sus vitrales también recuerda la historia. Finalmente, continuamos la ruta en Verden, donde existe un parque temático dedicado a todos estos personajes (incluyendo Rapunzel y el Sastrecillo Valiente) para terminar el viaje en Schwalmstadt, la ciudad de Caperucita Roja, donde el traje tradicional de las mujeres inspiró la capa y el sombrero de la desobediente niñita que se convirtió en icono de todos los cuentos infantiles.
Hoja de viajero
La mejor época para ir:
El verano boreal tiene el encanto del clima agradable y la ventaja de poder asistir a las recreaciones de cuentos y espectáculos al aire libre.
Requisitos migratorios:
Pasaporte con seis meses de vigencia.
Paseos:
Bremen es una típica ciudad alemana que encanta por su centro histórico. Un excelente punto de partida para conocer Hamburgo y Hannover. Otros lugares: parque temático Magic Park de Verden (atracciones basadas en personajes de cuentos de hadas y otros infantiles) y el Museo del Schwalm en Schwalmstadt (muestra los trajes típicos de la región que inspiraron a la famosa vestimenta de Caperucita Roja).
Compras:
Antigüedades, objetos y adornos de cristal. Muñecos y recuerdos inspirados en los cuentos de hadas. Artículos de librería, lápices y estilográficas. Abrigos estilo Loden, bufandas y otras prendas invernales. Jarros de cerveza y vajilla decorada con motivos alemanes. Artículos de óptica y fotografía.
Comidas:
La mesa alemana es ideal para afrontar los tiempos fríos, a fuerza de salchichas, embutidos y cerveza. Se consume mucho la carne de cerdo y también son populares cortes como el jabalí y el conejo acompañados con pastas tipo spätzle. Además: papas y repollo al estilo del chucrut, quesos y lácteos. Exquisitos postres: la torta Selva Negra y el clásico strudel de manzanas.
Alojamiento:
Hotel cuatro estrellas: desde 96 euros la habitación single y 102 euros la doble. Hotel cinco estrellas: a partir de 225 euros la habitación (ocupación single o doble).
Tips y curiosidades
- Conviene programar el viaje para comenzar y terminar temprano con los itinerarios. La vida nocturna en Alemania, sobre todo en los pueblos, no se extiende mucho. Por lo tanto, es preferible cenar en torno a las siete de la tarde.
- El transporte público en las grandes ciudades suele ser caro: infórmese previamente sobre su funcionamiento. En los pueblos pequeños lo ideal es caminar.
- Aunque muchos hablan inglés, conviene tener a mano un vocabulario básico de alemán: los locales lo aprecian y muestran mejor predisposición ante palabras sencillas como bitte (“por favor”) y danke (“gracias”).
Contactos
Códigos de área telefónicos:
Alemania: 49. Bremen: 421. Francfort: 69.
Hospital de Urgencias:
Bremen: Klinikum Links der Weser gGmbH, Senator-Weßling-Straße 1. Tel. (0421) 879-0. Francfort: Hospital zum heiligen Geist, Lange Straße 4-6. Tel. (069) 2196-0.
Policía:
Bremen: Tel. (0421) 362-19003. Francfort: Tel. (069) 272-34456.
Internet:
www.alemania-turismo.com
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