"Desarrollar un videojuego en Uruguay puede ser rentable, pero es difícil competir en un mercado global debido a la falta de visibilidad", expresó Gerson Da Silva, director de Ironhide Game Studio. "Es necesario invertir en promoción y publicidad para destacarse entre la multitud de juegos disponibles. Para los estudios emergentes, puede ser necesario aceptar varios proyectos con retornos financieros modestos para ganar reconocimiento y construir una base de seguidores antes de poder atraer inversiones externas significativas", añadió.
Desafíos culturales en la creación de juegos latinoamericanos
Da Silva mencionó que China fue un mercado importante para los desarrolladores latinoamericanos debido al volumen, aunque en términos de posicionamiento no siempre era tan exitoso como en Estados Unidos. “A pesar de que Estados Unidos es nuestro principal cliente, a menudo obtenemos mejores resultados económicos en China”, añadió. En Latinoamérica, la diversidad cultural entre los diferentes países hace que sea difícil crear un juego que resuene en toda la región. “Lo que funciona bien en un país puede no tener el mismo impacto en otro, lo que plantea desafíos a la hora de dirigirse a este mercado”, explicó Da Silva.
El legado de Kingdom Rush y los desafíos del nuevo lanzamiento
El director señaló que “Kingdom Rush” es uno de los juegos más exitosos que permitió a la empresa posicionarse a nivel mundial. “Su impacto sigue siendo evidente incluso después de 14 años, ya que las pautas que marcó ese juego siguen siendo tomadas como puntos de partida para los juegos que se desarrollan ahora. Además, impulsó el interés en el mercado móvil en el país, abriendo oportunidades para otros estudios”, explicó.
Aunque Da Silva no proporcionó detalles sobre la inversión realizada en la saga de Kingdom Rush 5: Alliance, explicó que reflejó un costo significativo. El proceso de creación del nuevo juego implicó un trabajo de casi tres años, con un equipo fluctuante entre 8 y 15 personas. “Los costos de desarrollo pueden ser un proceso costoso que puede escalar rápidamente. Un factor influyente suele ser la cantidad de personal y el tiempo dedicado al proyecto”, aseguró.
Da Silva agregó que la mayoría de los estudios en Uruguay son pequeños y mantienen sus costos bajos, con los propios desarrolladores a veces siendo los dueños del estudio. Esto se traduce en experiencias de desarrollo más acotadas y costos más bajos, con equipos reducidos y una estructura flexible. Sin embargo, “el desarrollo de juegos puede implicar costos altos que pueden superar fácilmente los 100.000 dólares o más. Factores como licencias y equipos no suelen influir mucho en los costos, excepto para aquellos que trabajan en realidad virtual o para consolas”, comentó.
Destacó que los costos de los videojuegos uruguayos son “altamente competitivos”, lo que permite ofrecer alta calidad a precios atractivos. Además, al operar en un mercado global sin fronteras, un estudio pequeño puede competir a nivel internacional. “La industria sigue siendo emergente y autodidacta, pero con el tiempo y el esfuerzo continuo, hay un gran potencial para seguir creciendo y compitiendo a nivel mundial”, afirmó.
Da Silva comentó la situación actual de la industria a nivel global, describiéndola como una fase de replanteamiento después de la pandemia. "Aunque la contracción económica afectó a muchas empresas grandes en Estados Unidos y Europa, la dinámica de la industria en Uruguay, donde predominan los estudios pequeños, amortiguó el impacto", aseguró.
Gerson mencionó que en Uruguay existen fondos estatales y herramientas de apoyo para la industria de los videojuegos. Estos incluyen concursos del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y el "llamado para videojuegos". Estos fondos financian demos jugables para buscar inversores. Además, Uruguay XXI apoya a los desarrolladores en eventos internacionales para facilitar los negocios.