El lunes 15 de mayo de 1989 fue el primer día de trabajo de Zambrano & Cía., la primera empresa nacional de servicios agropecuarios del país, cuyo nombre -a lo largo de los 32 años de trayectoria que cumple mañana la firma- es sinónimo de solidez y confianza en los negocios, pero sobre todo es sinónimo de apuesta permanente al productor rural, a su trabajo, a su modo de vida.
Apostando siempre al cambio -como el que creó hace dos décadas con Plaza Rural y los remates virtuales de ganado- e incorporando a las nuevas generaciones de la familia a la estructura de la empresa, Gerardo Zambrano, presidente de la compañía, hizo un recorrido con InfoNegocios del camino andado hasta ahora con Zambrano & Cía., una empresa que en un principio fue un desafío personal, muy relacionado en perseguir una vocación, transformado ahora en una empresa familiar en la que todos sus hijos se han hecho de un lugar propio.
¿Cuál ha sido el mayor cambio que tuvo la empresa en estos 32 años? ¿Cuál ha sido ese mojón que marcó un antes y un después?
Quien me conoce bien sabe que repito permanentemente una frase que, por cierto, no es mía, pero que la digo y la aplico a diario. “Lo único permanente es el cambio”. Hace 32 años esto fue un desafío personal, porque el “compañía” del nombre era yo mismo. El inicio de todo esto, que fue con capital prestado, se debió a una convicción de perseguir una vocación de servicio que sentía. Me gustaba el campo, pero necesitaba la adrenalina de la ciudad. La pata comercial del negocio vinculado al campo juntó las dos pasiones. En todos estos años no hay un solo mojón, son muchos, porque el proceso de cambio ha sido permanente. Ahora, la incorporación a lo largo de los años de mis hijos, Rodrigo, Alejandro, Agustín y María, sin duda es un cambio importante porque Zambrano & Cía. dejó de ser un proyecto personal a una empresa familiar.
¿Qué palabras definirían este hecho de trabajar con la familia?
Satisfacción y orgullo, sin duda. Pero a su vez, mucho desafío. Para mí y para ellos, porque me cuesta delegar todo. Ahora, cada uno de mis hijos entró por la puerta chica, y desde ese lugar en la empresa tuvieron que hacer de todo. La oportunidad estaba allí y la tomaban o dejaban. Hoy cada uno se hizo de su lugar y se reparten el trabajo según sus capacidades. Así como uno está más en el área productiva, otro está más en la parte contable, de remates o en el área financiera o al frente de Zambrano Propiedades. La palabra que define a la empresa familiar es trabajo más trabajo más trabajo. Esa es la filosofía.
¿Qué significa o cómo es hacer un negocio vinculado a lo rural sin embarrarse las botas? Es decir, ¿cómo es hacer un negocio rural a través de las pantallas, de la tecnología?
Significa hacer un negocio seguro, porque es un sistema fácil y claro, en el que uno compra por catálogo con una descripción muy detallada de todo. Se trata de una evolución en la comercialización que llegó para quedarse, porque no es un tema de la actual coyuntura de no presencialidad en ferias o remates. Los primeros remates virtuales de ganado que creamos a través de Plaza Rural ya tienen 21 años. Lo decíamos antes, el cambio es una permanente en nuestra empresa, y cada vez que hubo que ofrecer una nueva alternativa a los clientes ahí estuvimos y estamos. Esa es la vocación de servicio a la que me refería antes también. Zambrano & Cía. nació como empresa de servicios agropecuarios, no somos comisionistas ni consignatarios, sino una empresa de servicios que no cobra comisiones, sino honorarios. El negocio virtual de ganado requiere de mucho respaldo, de mucha responsabilidad, no es un e-commerce cualquiera.
¿Qué participación del mercado tiene Plaza Rural dentro de las tres firmas que actualmente hacen remates virtuales?
Plaza Rural, al tener la mayor y mejor oferta todo el año, está despegada dentro de los remates virtuales siendo líder con el 60% de las ventas de todo el país.
¿Qué categorías son las que ocupan el podio en esa venta virtual?
En primer lugar, por lejos, el ganado de invernada y cría se lleva más del 50% del país. En segundo lugar, una categoría que viene creciendo mucho es la de yeguarizos y, por último, la categoría de reproductores, bovinos y ovinos, en ese orden.
Volviendo a los 32 años de trayectoria, ¿cuál fue el mayor desacierto de la compañía?
El primer y gran cimbronazo que tuvimos fue al inicio. De hecho, fue una semana antes de cumplir el primer año de la empresa, el 7 de mayo de 1990, cuando quedamos en números rojos. El desacierto fue dejarme convencer de trabajar con ganado, con un frigorífico cuya línea de crédito era limitada. Yo trabajaba solamente con lana al principio, pero la oportunidad se mostraba interesante. El punto es que el dueño de ese frigorífico muere, dejándome en un problema financiero importante del que pudimos salir trabajando.
¿Qué significa tener como marca el nombre propio?
Llevar el apellido como marca, durante más de 30 años, te responsabiliza a trabajar cada vez más y mejor, sobre todo porque detrás de esa marca hay alguien que se hace cargo. Acá estoy yo y está mi familia. En esa marca, nuestra vocación de servicio debe ser intachable.
¿Alguna vez se imaginó haciendo otra cosa?
La verdad que no. Soy nieto e hijo de zapateros, pero siempre, como decía antes, me gustó el campo, lo que me llevó a estudiar para técnico rural. Viví y trabajé en el campo y encontré en la parte comercial del negocio agropecuario el espacio ideal de desarrollo.
¿Qué remate tiene guardado en la memoria con mayor celo?
Sin duda el de la liquidación de la Estancia San José del Yaguarí, de la familia Zerbino, la familia de mi esposa. Cuando uno hace una liquidación no solo está vendiendo ganado, sino la totalidad del trabajo de muchos años. Estás vendiendo historia. Es muy fuerte.