¿Realmente es posible que exista una cava bajo el mar? La respuesta es sí, y la encontraron Natalia Welker y Marcelo Conserva, los propietarios de Bodega Oceánica José Ignacio, quienes no titubearon al momento de decidirse por llevar adelante esta innovación, ya que se trata de la primera experiencia de crianza submarina que existe en Uruguay.
Según Santiago Degásperi, enólogo de Bodega Oceánica José Ignacio, esta idea forma parte del “proyecto Ultramar, una línea especial de vinos que no solo tiene que ver con la crianza bajo el mar, sino también con un concepto más amplio que tiene la bodega, cuyo terroir de por sí tiene una impronta marítima y sus viñedos siempre están recibiendo el aire oceánico”.
Concretamente, Ultramar comercializará las botellas que fueron sumergidas -a comienzos de noviembre de 2020- a 14 metros de profundidad en las saladas aguas del océano Atlántico, frente a la bahía de José Ignacio.
“Este contacto directo con el agua del océano junto a otros factores, como la baja temperatura, las corrientes marinas y la presión por la profundidad, son los sellos de este tipo de crianza, que si bien en Uruguay es la primera vez que se hace, conocemos experiencias de países como España, Francia y Estados Unidos”, dijo Degásperi a InfoNegocios.
Lo que oficia como cava para la crianza submarina es, detalló el enólogo, “una jaula que, desde noviembre a la fecha, quedó fija en la profundidad del agua”, agregando que en la misma fueron colocadas “120 botellas de Albariño, Tannat, Rosé, Chardonnay y Pinot Noir”.
“La mayoría -remarcó Degásperi a InfoNegocios- son Albariño y Tannat, dos variedades muy representativas de la calidad de los vinos de Bodega Oceánica José Ignacio y, en el caso puntual del Tannat, estamos hablando de la primera crianza bajo el mar de la cepa emblemática del país”.
El enólogo contó que desde la primera vez que se sumergieron las botellas a la fecha ya se han hecho dos extracciones -una en diciembre de 2020 y otra en enero de 2021-, “pudiéndose comprobar que la guarda bajo el mar genera cambios muy sutiles en lo que tiene que ver con la delicadeza del vino, es más amable, más elegante, con una suavidad similar a la que alcanza en una guarda tradicional, pero obtenida en un plazo más corto”.
“Sin duda esto es lo más notorio, porque si bien en lo teórico lo sabíamos y esperábamos, en lo práctico, al probarlo concretamente, este resultado de aceleración de la crianza lo hace distinto al vino”, dijo Degásperi, agregando que un vino con una guarda de 60 días bajo el mar es similar, sensorialmente, a un vino que estuvo 180 días en una cava tradicional.
“Lo otro que también es muy notorio -puntualizó el enólogo- es la estética de la botella, que al sacarlas del agua parece pequeñas obras de arte, porque se llenan de pequeñas caracolas. Es como que el mar inmediatamente adoptó las botellas y las hizo para su hábitat”.
Si bien todavía no existe un valor estimado para estas botellas, Degásperi sostuvo que se trata de vinos de una calidad muy alta, por lo que sus precios seguramente sean importantes.
“El hecho es que, como decíamos al inicio, esto forma parte del proyecto Ultramar, el cual todavía está en fase de experimentación, de prueba… Eso no quita que, posiblemente, en muy poco tiempo se realice la primera degustación de estas botellas, con maridajes muy particulares y específicos. Pero toda la investigación en torno a la primera crianza submarina de Uruguay llevará no menos de un año”, finalizó Degásperi.
En suma, para quienes gustan del vino y además son apasionados por las historias de galeones hundidos y hallazgos de tesoros, Ultramar será toda una aventura a la que habrá que estar dispuesto para tirarse al agua.