En su fábrica hoy son 10 personas trabajando para producir helados de 30 sabores fijos y otros 20 que van variando, -algunos sin azúcar-, con una muy buena respuesta por parte del público que suma cada vez más adeptos. “Para nuestros helados consideramos todos los ingredientes. Cuidamos que el producto final sea rico y de alta calidad. Utilizamos ingredientes de origen natural, plantas, frutas y no usamos colorantes ni saborizantes”, explica Alexandra Caldarelli Greco, fundadora de Vegalatto, quien junto a su esposo Gustavo Mastoros y su hijo Gonzalo llevan adelante el negocio.
“El mundo del veganismo ha crecido y el público poco a poco va creciendo. Estamos en un país ganadero y aún cuesta que la gente se anime a probar, pero a medida que nos van conociendo, ganamos clientes. Nuestro producto nació porque sabíamos de niños con intolerancias, pero es para todo tipo de público: ‘Helados para todos’ es nuestro slogan y no nos encasillamos solo en veganos o en personas con intolerancias”, asegura Alexandra, que cuenta con una historia de herencia familiar de heladeros de varias generaciones en Uruguay.
Sin embargo, competir con precios del mercado es la parte más complicada, porque en realidad son productos diferentes. “No podemos competir con el mercado y los precios del helado de fabricación industrial simplemente porque no competimos con el producto: nosotros hacemos helados artesanales”, explica.
Pensando en su principal público y en el futuro del negocio, al año y medio de su nacimiento Vegalatto incursionó en la chocolatería, en el dulce de leche a base de castañas y almendras y en alfajores, todo vegano y libre de gluten.
Para el futuro, Vegalatto ya trabaja en poder expandirse por todo el país, sumando puntos de venta a los más de 70 que tiene ahora, y llegar a otros lugares del mundo. La marca está con sus productos en tiendas de Paraguay, Estados Unidos y se encuentra desarrollando un modelo de franquicias en Nigeria.