¿Quién no soñó en algún momento de calentura con salir a romper cosas? Mucha gente, en todo el mundo. Ni tontos ni perezosos, hace años los japoneses inventaron lo que con el tiempo se conocería como Rage Rooms o Salas de Ira: lugares donde las personas pueden ir a destrozar cosas y descargar así su rabia, librarse de estrés o simplemente divertirse rompiendo objetos en un entorno seguro y privado, sin consecuencias negativas. Para el 2016 ya era considerado un fenómeno mundial, a Latinoamérica llegó hace relativamente poco y desde hace dos meses está abierta la primera de Uruguay, bajo el nombre de Furia Libre.
Los responsables son tres jóvenes emprendedores uruguayos que vieron la idea en un video de TikTok y se animaron a entrarle. Pierino Panighini (23), Martin Rebollo (24) e Ignacio Cabrera (23) se pusieron a investigar sobre principios de 2024 y se dieron cuenta de que en países de la región como Argentina, Brasil, Paraguay o Chile ya existían varias propuestas pero que en Uruguay no había nada similar. El 15 de mayo de este año abrieron las puertas de Furia Libre en la Ciudad Vieja, al 1490 de la calle Treinta y Tres, donde los clientes tienen a disposición una habitación para entrar solos o en grupos de hasta cuatro personas, agarrar la herramienta destructora que más les guste (palo de baseball, martillos, palos de golf, cachiporra policial) para romper electrodomésticos viejos, artículos de porcelana, vidrio, adornos y demás.
Panighini explica la propuesta así: “Lo que ofrecemos es un entretenimiento. Sin embargo, siempre se da que las personas hacen una liberación de energía importante. Una vuelta llegó una pareja, solamente entró el chico y la novia nos dijo ‘pá, necesita desestresarse’; una vez que entró, realmente por los golpes que se escuchaban, se notaba que estaba sacando varios demonios”.
Furia Libre ofrece tres opciones, todas de 15 minutos de duración, que varían el precio dependiendo de la cantidad de objetos para romper. “Mucha gente nos pregunta cuánto se paga por persona pero el precio es por grupo y depende de la cantidad de objetos a romper. El plan más económico es de 700 pesos, y son 20 objetos pequeños (plato, vaso, jarra, algún parlante de computadora, cosas de pequeño porte) y usualmente van a ser de cerámica o vidrio. El siguiente plan, sale 1200 pesos y es con un objeto grande (una televisión, un monitor, una impresora, una torre de computadora) y 15 objetos pequeños; y después tenés por 2200 pesos dos objetos grandes y 25 objetos pequeños”.
En menos de dos meses la respuesta del público, en especial de quienes desean divertirse, ha sido muy buena, con reservas que crecieron exponencialmente a partir de la publicación del influencer Leandro Sosa en la segunda semana desde la apertura. La mayoría de los clientes acuden en parejas de amigos o amigas, aunque también hay de los que van solos. ¿Y los objetos para romper de dónde salen? “Los grandes los obtenemos de services de electrodomésticos; los compramos y les damos un último uso. Los objetos más pequeños comenzamos consiguiéndolos en remates o comprar saldos con fallas pero por la demanda no nos quedó otra que empezar a comprar nuevos. Es nuestra materia prima”.
Actualmente Furia Libre abre de jueves a sábados y recibe un promedio de 6 reservas por día. “La verdad es que las personas salen contentas; desde afuera se sienten la risa, los gritos y los comentarios de ‘pa, tenemos que volver, tenemos que venir con más gente’. Siempre ofrecemos un QR que lleva un feedback para poder ir mejorando la experiencia. La verdad que las puntuaciones hasta ahora han sido siempre de la media hacia arriba. Obviamente que hemos tenido aporte de cosas para mejorar, porque sin duda creo que estamos arrancando y es un esfuerzo importante, pero la verdad que en cuanto al potencial me animo a decir que es muy grande, que a la gente le gusta mucho”.