De acuerdo a un informe acerca de la situación de la carne uruguaya en Estados Unidos, elaborado por el sector de Acceso e Inteligencia de Mercados del Instituto Nacional de Carnes (INAC), “en 2019, mientras que nuestros competidores pagaron aranceles menores al 1%, la tercera parte de las exportaciones de Uruguay pagaron 26,4%”.
¿Qué sucedió? Sucedió lo que se conoce como restricción arancelaria. Es decir, según el documento divulgado por INAC, nuestro país tiene acceso preferencial para 20.000 toneladas con un arancel de US$ 44 por tonelada (el mismo que tiene, por ejemplo, Nueva Zelanda), pero luego de completado el cupo, el arancel pasa a ser de 26,4%.
En 2019 Uruguay excedió el volumen del cupo en 50%, siendo el único proveedor que pagó el arancel por defecto en este mercado el año pasado. Así se dio de forma sostenida durante varios años hasta este 2020, con Argentina que pagó el arancel por defecto en setiembre.
El hecho es que la situación de los principales países proveedores de carne de Estados Unidos es bien diferente. El 50% de las importaciones provienen de Canadá y México, mientras que Australia y Nueva Zelanda suman alrededor del 40%, dejando el 10% que resta para Nicaragua, Uruguay y otros países exportadores.
“Esto responde -dice el informe- a las condiciones de acceso arancelario de cada socio comercial. Canadá, México y Nicaragua ingresan al mercado americano con 0% de arancel para el total de sus exportaciones de carne bovina, debido a los Tratados de Libre Comercio que cada exportador mantiene con Estados Unidos”, agregando además el acceso preferencial de Australia y Nueva Zelanda a través de cuotas.
“En el caso de Australia con una ventana de 433.000 toneladas de acceso a 0% de arancel, el cual luego de superado el cupo asciende a 7%. Y en el caso de Nueva Zelanda con 213.000 toneladas con un arancel de US$ 44 por tonelada, monto que representa menos del 1% del valor por tonelada exportada por este país. Luego de completado el cupo, el arancel asciende a 26,4%”, puede leerse en el informe.
Lo que sucedió es que en 2019 ninguno de los dos países utilizó por completo su cupo: Australia empleó solo el 55% y Nueva Zelanda el 60%.
“Estados Unidos es un mercado de suma relevancia para las exportaciones de carne bovina de Uruguay”, destaca el documento de INAC, siendo desde 2014 el tercer principal destino de exportación luego de China y la Unión Europea, con una cuota de mercado que oscila entre el 10% y 15% en volumen.
Si se observa la región, “hasta 2019 su privilegiada posición sanitaria permitió a Uruguay operar en este mercado sin la competencia de sus vecinos del Mercosur, pero esta ventaja dejó de existir desde que Argentina y Brasil lograron reabrir el mercado norteamericano en 2019 y 2020 respectivamente, luego de superadas las trabas que restringían sus exportaciones”.
Es decir, Uruguay ahora no tiene ninguna ventaja arancelaria que pueda aprovechar frente a la competencia de Argentina y Brasil. En el caso de Argentina, tiene asignado el mismo volumen que Uruguay, mientras que Brasil ingresa con un cupo compartido de 65.000 toneladas, manteniéndose el arancel de US$ 44 por tonelada intra-cupo y 26,4% extra-cupo para ambos vecinos.
Pero en algo sí Uruguay conserva una ventaja, y es la relacionada con sus condiciones productivas, destacándose que en 2019 aproximadamente el 90% de la producción uruguaya de carne bovina fue en base a pasturas naturales, una característica altamente valorada en el mercado americano.
“El sobreprecio que los consumidores estadounidenses están dispuestos a pagar por carne bovina producida en base a pasto es de 71% por encima de la carne bovina convencional. Nuestro país está en condiciones de satisfacer esta creciente demanda de productos cárnicos responsables con el medio ambiente, y consolidarse en un nicho de mercado de alto valor en el país norteamericano”, subraya INAC.
Habrá que ver entonces qué alternativas se buscan para conseguir que ese 71% más que el consumidor americano está dispuesto a pagar por la carne de pastura natural no sea solo una tesitura, sino una realidad que se capitalice en cash.