Lun 18/03/2013
“En los últimos cinco años hemos ido transformando y consolidando los servicios que ofrecemos. En 2012 nos mudamos a una casa más grande y también asistí al Programa de Dirección General de Isede y la Universidad Católica, lo que me ayudó a fijar metas y objetivos, y la estrategia adecuada para lograrlos. En cuanto a los servicios, hemos incorporado el manejo de redes sociales para nuestros clientes habituales. Esto nos permite dirigir su comunicación en forma integral teniendo bien presente el branding y los valores que queremos asociar en cada pieza de comunicación: desde los posteos de Facebook hasta la campaña multimedia. En nuestros planes está incorporar otros clientes extra agencia en el entendido de que hoy ninguna marca -sea del rubro que sea- debería estar fuera de la comunicación mediante redes sociales, por ser ésta muy eficiente e interactiva.
Creemos que hay muchas empresas que no tienen un gran presupuesto de marketing, pero que sí pueden acceder a este tipo de comunicación y aprovechar las herramientas que ésta brinda. Lo ideal es que lo haga en forma profesional, con un plan y objetivos de comunicación bien definidos.
Como país, deberíamos cambiar principalmente la mentalidad uruguaya. Terminar con el ‘no se puede’, ‘es muy difícil’, ‘qué suerte que es viernes, qué macana que es lunes’. Terminar con el mal servicio, con las empresas que te atienden como si te estuvieran haciendo un favor. Educar en la proactividad y la organización, en el optimismo y la eficiencia de cada individuo en todos los roles que cumple en su vida”.
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Hace unos cuantos años, la efímera revista El Dedo (duró sólo apenas 7 números) explotaba humorísticamente muy bien los estereotipos locales en aquella recordada sección “Manual del Perfecto…” realizada colectivamente pero plasmada por los hermanos Tata y Álvaro Alcuri. Hoy, uno de esos estereotipos podría ser lo que decidimos bautizar “agrocheto”, gente vestida con ropa de trabajo en el campo pero de marca. Es así que salimos a hacer nuestra propia investigación sobre oferta y demanda de esta canasta de indumentaria cada día más presente no sólo en el campo sino también en las ciudades. Una canasta básica de indumentaria de campo promedia los $ 5.000.
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