En octubre de 2022, con la idea de hacer vinos totalmente distintos a los que se hacen en las bodegas que trabaja y asesora –como por ejemplo Giménez Méndez, Sierra Oriental, Bresesti, Piccolo Banfi y Bodega Oceánica–, el enólogo Gastón Vitale se lanzó al mercado con un proyecto de vinos de autor: Finca Las Violetas.
Primero fueron cuatro blends muy personales y luego, casi un año después, Vitale volvió a apostar por su arte de hacer vino y presentó ocho varietales de tres regiones bien distintas: Colonia, Canelones y Maldonado. Así, con 12 etiquetas, el enólogo pudo consolidar su presencia en el sector e incluso comenzó a exportar, obtener premios y proyectar espacios de enoturismo, como el que ha logrado avanzar este en su hogar –ubicado en Las Violetas– con un espacio boutique para degustaciones y picadas criollas.
Ahora bien, más allá de haber logrado crear vinos que no pueden ser comparados a otros, sino apreciados por ser distintos, Vitale sentía que en su andamiaje le estaba haciendo falta un vino icónico y qué mejor que la cepa Tannat para emprender esa aventura y todavía más, un vino de uvas de un viejo viñedo de 50 años de Las Violetas casi a punto de desaparecer.
“Reina Madre es fruto de todo un trabajo de mucha paciencia, elaborado con uvas de la añada 2023, provenientes de un viticultor de Las Violetas cuyo viñedo no estaba siendo rentable para él, por lo que pudimos acordar un plan de trabajo minucioso, cuidado, detallado, porque los racimos de las viejas plantas eran pequeños, pero sin embargo tenían una expresión única, como solo el Tannat puede tener”, dijo Vitale a InfoNegocios, agregando que “el Tannat será lo que será, se habla mucho de esta cepa, pero siempre responde bien y es la que ha puesto a Uruguay en el mundo. Es nuestra cepa reina, nuestra cepa madre… de ahí el nombre”.
Con Finca Las Violetas el enólogo primero probó con dos blends de uvas tintas –uno de Cabernet Franc, Syrah y Marselán, el otro de Tannat, Petit Verdot y Merlot–, un corte de uvas blancas –Chardonnay, Sauvignon Gris y Albariño– y otro corte de uvas rosadas –Syrah, Sangiovese y Pinot Noir–; luego con Flor Violeta fue el turno de los varietales y ahí Vitale probó con Cabernet Sauvignon Rosé, Sauvignon Blanc, Albariño, Pinot Noir, Tannat, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Petit Verdot.
“Era el momento del Tannat, sí… el momento de darse como un gusto o de cumplir otro sueño que pone a la empresa en otro lugar, jerarquizándola, porque Reina Madre va a terminar convirtiéndose en un vino ícono, porque el Tannat lo permite y lo permite el modo en cómo lo trabajamos, con una crianza de 20 meses en los que el 50% estuvo en barricas de roble francés de grano fino y el otro 50% en pequeñas ánforas de cemento de 200 litros, logrando así que la madera no invada todo el aroma y sabor”, dijo Vitale, señalando que Reina Madre es un vino pensado con un potencial de guarda de más de 10 años.
Un detalle de la presentación del vino es que, sobre el tapón lleva un sello con cera blanca donde está impresa la añada, tratándose de una edición limitada de 880 botellas –cuyo precio es de $ 1.440–, un número que se suma a una producción total que, a la fecha, está entre las 15.000 y 18.000 botellas, lo cual para un emprendimiento de pequeña escala es un gran número.
Hacer un proyecto personal, un proyecto con su familia, un proyecto diferente a lo que hace como enólogo en otras bodegas es algo que Vitale soñaba y que concretó, mostrando su adn como creador de vinos. En esa fragua el Tannat tardó en llegar, pero lo hizo a lo grande, a lo Reina Madre.
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