En Quiero vino el vino es una excusa, porque Antonella De Ambroggi no comercializa vinos -al menos no del modo habitual- sino que te habla de ellos, te cuenta sus historias o las de sus bodegas, te enseña a tomarlos, a qué temperatura y con qué maridarlos. En Quiero vino la sommelier se transforma en tu propio sommelier, porque lo que en realidad hace es hacer que el vino sea una excusa para aprender muchas cosas más.
“La idea es que me cuentes qué tipo de vinos te gustan y cuánto estás dispuesto a pagar por esas botellas”, dijo De Ambroggi a InfoNegocios, agregando que desde que inició con este emprendimiento mantiene “el formato de llevar a tu casa una caja con seis botellas”.
Según la sommelier, hacía años que no paraba de ir de un lado a otro, “salía de casa a las seis de la mañana rumbo a una bodega y de allí iba a un evento o una cata y entre una cosa y otra regresaba a casa a las once de la noche”. Pero de pronto no hubo nada más de eso, porque llegó la pandemia y “todas esas horas que estaba fuera ahora las pasaba dentro de casa”.
Ante esta situación, De Ambroggi se preguntó a sí misma cuál era su rol como sommelier. “La respuesta, de algún modo, es Quiero vino, porque une el aspecto profesional y económico con el aspecto de comunicación y vínculo con todos los actores que participan del mundo del vino”.
Si bien De Ambroggi conoce mucho del gusto del paladar de los uruguayos al momento de elegir un vino, con Quiero vino se ha sorprendido mucho con algunos pedidos que, poco a poco, van formando una tendencia.
“Lo primero -sostuvo la sommelier- es que el uruguayo está super malbequizado, pero por desconocimiento. Segundo, que una vez que tomaron un rosado, no paran de pedirlo, pero el prejuicio detrás del vino rosado es enorme. Y tercero, algo muy notorio, es que si no fuera por su costo tan alto, muchísimos uruguayos estarían dispuestos a tomar más cotidianamente espumosos. Aman las burbujas, todos”.
Según De Ambroggi, que va trabajando con diez bodegas al mismo tiempo y las va rotando mes a mes, el promedio que vienen pagando los clientes de Quiero vino es entre $ 1.800 y $ 2.300 la caja de seis botellas.
“El precio no lo marco yo, hay gente que me dice llego hasta $ 1.500 y otra que te dice pensate en algo de US$ 100. Lo que sí yo tengo es la libertad de elegir el vino. Vos no sabés qué te llega en la caja. Lo que ofrezco en Quiero vino es ese plus, ese asesoramiento personalizado, ese uno a uno con cada uno de los clientes”, sostuvo De Ambroggi, remarcando que viene haciendo esto gracias al boca en boca de los consumidores de vino.
“No tengo pauta en Instagram ni en ninguna otra red, nada. Solo es gracias a los clientes, más de 60 a la fecha, que algunos semana a sema y otros mes a mes me piden que les seleccione sus vinos, se los lleve a su casa y les cuente qué hay de nuevo”, puntualizó De Ambroggi.
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