Monserrat Alvarez, Todos aquellos
Los que no tenían nada que perder y lo perdieron todo, es decir
los que de ningún modo tuvieron nunca nada que ganar
Los que jamás serán interrumpidos en sus meditaciones por ningún admirador ni convocados por periodista alguno ni jamás ganarán beca alguna a ningún lado
Los que si llegan a necesitar suero se tendrán que conformar con aspirinas
Los que si por ello se murieran lo harían dulcemente,
sin elevar al cielo ningún puño furioso, como si algo como eso,
de esa magnitud fuera una cosa “de lo más natural”
Los que jamás serán televisados de manera exclusiva, los que nunca pudieron
decir las decisivas palabras de su amor
a esa mujer que ya no los recuerda
y que probablemente jamás advirtió nada
Los que antes de salir de la oficina para no volver nunca
y antes de recoger su almanaque del año, sus papeles ya inútiles
y su pisapapeles le dan las buenas tardes cortésmente al patrón que los ha despedido […].
El blog de Emma Gunst.
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