Luisa Futoransky, La enana
Muy tarde comprendí que uno no sólo no crece más,
sino que se encoge, no de hombros, sino de todo.
Alguien que no me había visto cierto tiempo me dijo:
-Pensé que eras mucho más alta. Después empecé a
tener que ponerme en puntas de pie para asir cosas que
antes tomaba normalmente. Ahora vivo en el
respiradero del zócalo. Ver el mundo de abajo. Cómo
alcanzar, las nubes, la mesa, lo esquivo de su boca.
El blog de Emma Gunst.
Tu opinión enriquece este artículo: