Inmaculada Mengíbar, Carta de ajuste
Lentamente, la vida
fue pasando en silencio como un invierno triste,
como un invierno lleno de gente solitaria
saliendo de los cines,
abrochando despacio sus abrigos, su miedo,
tal vez su indiferencia, quién sabe, sus recuerdos
ateridos de frío. Lentamente,
bajo un reloj de sol ficticio de domingo,
bajo estrellas puntuales que guiaban los sueños,
se iba alejando el mar,
mientras se sacudían los otoños, sus hojas
cayendo entre mis versos,
las semanas, los meses de lluvia en los cristales
de todas las ventanas que daban a la vida
y la tristeza era
un autobús lentísimo
que iba parando en medio de la noche.
Y ahora estás aquí. Qué claramente
puedo volver a ver tu cuerpo entre las sábanas.(...)
El blog de Emma Gunst.
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