Elena Anníbali, 2 poemas 2
Obediencia
besame el corazón, pidió
entonces tomé un cuchillo
lo abrí desde la garganta
hasta el estómago
y rompiendo de a una sus costillas
hurgué y hurgué con los dedos
su tórax, hasta encontrarlo
estaba aún tibio y era rojo, grande,
hermoso como una fruta no imaginada
acerqué los labios para dar el beso más dulce de mi vida
luego cerré sus ojos
y le dije al oído
que siempre haría lo que él quisiera.
El blog de Emma Gunst.
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