La empresa VaFirma soluciona problemas que se presentan en ámbitos tan cotidianos como una asamblea de consorcios, una firma de actas de un directorio, rúbricas de recibos e incluso y cada vez más, según Martín Fernández -fundador y director de la startup- firmas de contratos laborales con todo tipo de colaboradores.
“Todas estas situaciones se han acrecentado con la pandemia”, sostuvo Fernández, agregando que “desde la aprobación de facturas y recibos a certificados de cursos o recetas electrónicas, VaFirma es la primera solución integral que resuelve la gestión de cualquier firma digital con validez jurídica de principio a fin”.
Operativa desde enero de 2021, la empresa ya cuenta con validez internacional de firmas en Argentina, Brasil, Paraguay, República Dominicana, El Salvador, Colombia y Uruguay, y según Fernández, esta expansión “actualmente está avanzando en acuerdos con Chile y Ecuador”.
¿Pero qué es una firma digital?
Hay varios tipos de firmas digitales, “las simples”, que por ejemplo son aquellas que podemos dibujar con el mouse o el dedo en una pantalla, y las avanzadas, que son aquellas que tienen valor legal igual al de una firma certificada por un escribano, y se pude hacer solo con tecnologías reguladas en cada país. En Uruguay por ejemplo con la cédula digital se puede realizar firmas digitales avanzadas.
En Uruguay, dijo el director de VaFirma, ya existen 3.000 usuarios registrados, “cuyo promedio mensual es de 3.500 firmas”, agregando que “un punto interesante en el modelo de negocio es que cada vez se abren más posibilidades de prestar un servicio con firmas digitales de valor legal”.
Fernández dijo que al comienzo el sistema estaba pensado para escribanías, estudios jurídicos, financieras y prestadores de salud, “pero descubrimos otros nichos en los que es muy necesaria y práctica una firma digital con validez jurídica, como el segmento de logística o el de los contratos laborales”.
Con planes sencillos y económicos -desde US$ 5 mensuales- VaFirma sigue creciendo y promete seguir integrando tecnologías para facilitar un hecho tan sencillo, como “poner el gancho”, pero que ese gesto tenga peso jurídico.