Mientras en algunos países de Europa –como Francia– anuncian medidas como la de destinar 20 millones de euros para el uso de la bicicleta, minimizando así el riesgo de contagio por la utilización del transporte público, en Uruguay recién vamos acostumbrándonos a la nueva realidad, viendo a su vez cómo los ciudadanos cada vez más van recuperando sus rutinas diarias, moviendo el engranaje social y comercial en un marco en la que, todavía, el COVID-19 ocupa la agenda pública en todas las áreas.
En este escenario, la Fundación Gonzalo Rodríguez –cuyo principal objetivo es promover la movilidad segura de los niños con el fin de contribuir en la reducción del número de lesionados y fallecidos por siniestros de tránsito– vio oportuna la realización de un estudio, a través de Factum, acerca del “Tránsito y transporte en contexto coronavirus en Uruguay”.
Entre las principales conclusiones de este trabajo, resalta el hecho de que se espera que existan algunos cambios de comportamiento en la modalidad de traslados de los uruguayos, quienes sustituirán los medios de transporte público por vehículos motorizados, principalmente como autos y motos.
De hecho, según los datos relevados, 4 de cada 10 uruguayos señalan que una vez que se normalice la situación generada por el COVID-19 cambiarán su forma de trasladarse para evitar un posible contagio, no siendo otro medio de transporte (taxi o Uber) el que acapare ese cambio. La opción, básicamente, se traslada a una movilidad a pie o en automóvil.
En este punto, la percepción de que el transporte público es peligroso debido a la alta probabilidad de contagio de coronavirus es mayoritaria, alcanzado el 59% frente a un 36% que cree que no es más peligroso que andar en la calle si se toman los recaudos correspondientes.
Por otro lado, el 48% de las personas que participaron de la encuesta y que actualmente usan ómnibus, así como el 56% de los que usan taxis o Uber, prevén utilizar mucho menos ese tipo de transporte, al menos hasta fin de año.
En el caso de las bicicletas, entre quienes respondieron utilizarlas como medio de transporte, el 42% reconoció que siempre circula por las ciclovías, pero solo el 15% aseguraron utilizar siempre casco como protección y 2 de cada 3 declararon utilizarlo pocas veces o nunca.
En suma, es esperable que existan algunos cambios de comportamiento que, en principio, serían transitorios. La disminución en el uso de transporte público aparece como una de las primeras medidas, pero no sustituyéndose por un único medio alternativo, sino diversificándose, incluso y mayoritariamente el traslado a pie.
Será cuestión de esperar y volver a andar.