La norma es impulsada por el Instituto Uruguayo de Normas Técnicas (UNIT) conjuntamente con Compromiso Empresarial para el Reciclaje (Cempre). Los nuevos colores propuestos para la clasificación de residuos son siete: gris (residuos mezclados), verde (materiales reciclables), marrón (residuos compostables), amarillo (plástico), azul (papel y cartón), negro (metales) y blanco (vidrio).
Federico Baraibar, director de Cempre, comentó a InfoNegocios que la norma comenzó a regir y que todo aquel que quiera aplicarla puede hacerlo ya que por el momento no tiene carácter obligatorio. “Cualquiera puede aplicarla a su manera, no hay por qué comprar todos esos contenedores, alcanza con poner una etiqueta correspondiente a la fracción que sea y listo”, señaló Baraibar.
El nuevo modelo tiene como objetivo que, de aquí a un tiempo, cada uruguayo pueda identificar cada fracción de residuos y que la asocie con determinado color. “La idea es que cada vez que una persona vea ese color sepa asociarla a la fracción que corresponda y que sea unívoco”, explicó el director de Cempre.
Los primeros en sumarse a este nuevo modelo de clasificación de residuos fueron la Universidad ORT, la Intendencia de Soriano, el Instituto Nacional de Carnes y la Cámara de Industrias del Uruguay. Al respecto Baraibar manifestó: “hay una gran voluntad empresarial que tienen como objetivo desviar sus corrientes de residuos a destinos de valorización, a nivel de empresas e industrias se está haciendo un muy buen trabajo”.
En cuanto a la adhesión por parte de la Intendencia de Montevideo, Baraibar dijo que irán adecuando los nuevos colores en la medida en que tengan que ir cambiando los contenedores. “Si en algún momento la norma pasa a ser obligatoria, la Intendencia de Montevideo va a tener un plazo y ahí tendrá que invertir en la compra de nuevos contenedores, o en su defecto en el gasto en etiquetas o pintura para modificar los colores ya existentes”, señaló.
Sobre la inversión que implica esta nueva norma, el director de Cempre explicó que no requiere de grandes costos ya que lo que se hace es sustituir o modificar los colores. “Donde hay una inversión grande es en los planes de comunicación y sensibilización porque esto es el soporte, pero lo que está detrás es la cabeza de la gente y eso es mucho más complicado y costoso”, concluyó.