Un crédito de carbono se usa para hacer más fácil el cálculo de la cantidad de gases que se liberan en el aire y compensar su emisión. La creación de dicho sistema es parte del esfuerzo por reducir el calentamiento global y sus efectos. Se trata de nivelar la cantidad de emisiones totales que pueden ser liberadas por una empresa o negocio. Si hay un superávit en la cantidad de gases que se emiten, hay un valor monetario asignado a ese superávit y puede ser objeto de comercio, fundamentalmente para proyectos que compensen la contaminación, es decir, que renueven el dióxido que se ha emitido a la atmósfera, como pueden ser proyectos de reforestación.
Generar un crédito tiene como beneficio los ingresos adicionales para las empresas. Una empresa puede transformar su flota a vehículos eléctricos y, si esa actividad es presentada a un estándar de créditos de carbono, se puede reconocer, se puede cuantificar cuánto es lo que se está dejando de emitir, y ese mismo volumen se traduce en créditos de carbono que se transforman en un mecanismo para financiar actividades. Al mismo tiempo permite acceder a beneficios fiscales por parte del gobierno.
En ese nicho de mercado se posiciona y trabaja Climit, una empresa uruguaya que opera desde el año 2018, tanto para Uruguay como para empresas de todo el mundo. InfoNegocios conversó con su CEO, Agustín Inthamoussou, quien nos explicó en qué consiste la actividad de la empresa y el potencial que tiene, relacionado a los temas que hoy gobiernan la agenda.
“Somos una empresa consultora que proveemos servicios a empresas privadas, públicas y ONGs en cuestiones que tienen que ver con el cambio climático. Eso se traduce en medir la huella de carbono de empresas, de productos o presentar proyectos para generar créditos de carbono, entre otros servicios”.
Agustín explica que, a veces, estos servicios sirven como puntapié inicial para gestionar la huella de la empresa y proponer medidas de descarbonización. En resumen, Climit ayuda a las empresas a definir cómo hacer para que la huella sea cada vez menor teniendo en cuenta el elemento ambiental, el social ( la posición de empleados e inversores) y el económico. “La huella de carbono es un indicador ambiental que cuando se mejora permite atacar ineficiencias, como puede ser el caso de una empresa que consume mucho combustible y tiene la oportunidad de transformarse a un sistema de movilidad eléctrica. En Climit analizamos y entendemos qué clase de cambios le conviene hacer a una empresa y cuáles no”.
Basta con estar medianamente al día con las noticias para saber que el mercado para este sector está en un etapa de crecimiento exponencial. Agustín, quien trabaja en el tema desde el año 2009, explica que “en el 2012 hubo mucha actividad pero después no prosperó, pero a partir del 2018 el sector empezó a avivarse por el mercado voluntario de carbono”.
El protocolo de Kyoto o el acuerdo de París son mecanismos que existen dentro de las Naciones Unidas. Sin embargo, en paralelo existe otro canal que se llama mercado voluntario de carbono, donde participan empresas que no están obligadas a reducir sus emisiones pero compran crédito de carbono. La razón es que miden la huella de carbono, la gestionan, la tratan de bajar pero no pueden hacerlo más y quieren ser neutros. Para ser neutros compran créditos de carbono con el objetivo de compensar. “Es un mercado de empresas no obligadas, existe, es grande y ha crecido, del 2018 a la fecha se ha multiplicado y llega a 1000 millones de dólares comercializados a nivel mundial”.
En el caso de Uruguay, es un país que participa de ese mercado porque hay varios proyectos que generan créditos para suplir el mercado. “En Climit hemos desarrollado varios proyectos, en Uruguay estamos en cuatro. El 50% de nuestro trabajo está en Uruguay y la otra mitad es con clientes de todas partes como Inglaterra, Ecuador, Uganda, Perú. Hace un rato me contactaron desde Irlanda para hacer averiguaciones”.
Dos de los cuatro proyectos que la empresa lleva adelante en nuestro país están relacionados con la plantación de árboles en campos ganaderos y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero producidos por el ganado. “Plantando árboles uno puede generar madera pero también créditos de carbono. El otro proyecto implica darle un suplemento al ganado para que emita menos metano. La ganadería en Uruguay es la principal responsable de las emisiones de metano, producto de la digestión de los animales. Por ello se desarrollaron suplementos alimenticios para que emitan menos gases de efecto invernadero. Estamos con un proyecto para suministrar ese producto: se reducen la emisiones y por lo tanto esa reducción se transforma en créditos de carbono”.
En cuanto a la inversión que una empresa debe hacer para medir su huella, Agustín indica que depende de muchos factores. Sin embargo, se puede establecer un rango de entre US$ 2.500 y US$ 8.500.
De un tiempo a esta parte Climit entendió la necesidad de evolucionar a un sistema informático para ofrecer un servicio más eficiente. Por eso, recientemente lanzaron un software creado junto a la empresa Insol para el cálculo de huella de carbono.
De cara al futuro, el CEO de Climit apunta que el mercado crece de forma exponencial en todo el mundo y, especialmente en América, “tenemos mucha posibilidad de generar créditos más baratos por el costo de la tierra y la mano de obra. Por ejemplo, estamos recibiendo a muchos inversores que financian actividades. Proyectos de uno a 10 millones de dólares para implementar actividades que generen créditos que son más baratos y después los comercializan en el mercado internacional”.